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Archive for the ‘Sentimientos’ Category

Consejos de un filósofo a los jóvenes de hoyQue mejor consejo para los jóvenes de hoy en día, enfocados en vivir una vida hacia afuera, centrada en la posesión del último objeto de moda, que dirijan su mirada hacia su mundo interior y aprendan a estar en contacto con sus emociones y sentimientos. Este es el consejo que  Martha Nussbaumfilósofa norteamericana, ofrece a las nuevas generaciones:

No menosprecies tu mundo interior. Este es el primer y más importante consejo que te puedo ofrecer… Nuestra sociedad está muy enfocada en lo externo, en el último objeto de moda, en el último chisme, en la mejor oportunidad para imponerse y alcanzar status. Pero todos nosotros comenzamos nuestras vidas como niños indefensos, dependientes de otros para seguridad, comida y supervivencia. Y aunque llegamos a desarrollar un cierto grado de dominio e independencia siempre permanecemos terriblemente débiles y necesitados, dependientes de otros y en un mundo en el que no tenemos un completo grado de certeza.

A medida que crecemos vamos desarrollando una amplia gama de emociones: el temor de que van a suceder cosas que no seremos capaces de evitar;  amor por aquellos que nos ayudan y apoyan; el dolor de perder un ser querido; el deseo de que vengan cosas buenas en el futuro; la rabia cuando alguien maltrata aquello que queremos. Nuestra vida emocional refleja nuestro ser vulnerable: una criatura que no necesite nada nunca tendría razones para temer, sufrir, desear o sentir rabia.

Pero justamente por esa misma razón nos sentimos muchas veces avergonzados de nuestras emociones y de la sensación de dependencia ligada a ellas. Quizás los hombres en nuestra sociedad sean particularmente propensos a sentir vergüenza por esa sensación de dependencia y vulnerabilidad debido a la imagen masculina de poder y autosuficiencia con la que han crecido. De ahí que la gente quiera alejarse de ese mundo interior de sentimientos y emociones evitando así aprender a manejar sus propias experiencias emocionales.

La literatura psicológica sobre la vida actual de los jóvenes en los Estados Unidos indica que una gran proporción de ellos no saben expresar como se sienten ni como otros se sienten. Han aprendido a avergonzarse de sus sentimientos y necesidades y a esconderlas. Eso significa que no saben como lidiar con sus propias emociones o comunicarlas a otros. Cuando están asustados no saben como expresarlo o como ni siquiera concientizar ese sentimiento. Frecuentemente transforman su propio temor en agresión. A menudo también esta carencia de una vida interior los catapulta a una depresión mas tarde en sus vidas. Todos en algún momento enfrentaremos enfermedades, pérdidas y la vejez, eventos inevitables frente a los cuales no estamos suficientemente preparados gracias a una cultura que nos lleva a pensar únicamente en las apariencias y a valorarnos a nosotros mismos en término de la posesión de objetos externos.

¿Cuál es entonces el remedio para estos males? Un tipo de amor propio que no se acobarde frente a esos aspectos necesitados y vulnerables de nuestro ser sino que los acoja con interés y curiosidad y trate de desarrollar un lenguaje con el cual poder hablar de necesidades y sentimientos.

El arte de narrar historias juega un papel importante en el proceso de desarrollo. En la medida en que contamos historias acerca de la vida de otros aprendemos a imaginar lo que esos otros sentirían en respuesta a distintos eventos. Al mismo tiempo que nos identificamos con ellos aprendemos algo sobre nosotros mismos. A medida que nos hacemos mayores nos topamos con narrativas cada vez más complejas – en la literatura, el cine, el arte visual, la música – que nos ofrecen una comprensión más rica y refinada de las emociones humanas y de nuestro propio mundo interior.

Es por ellos que mi segundo consejo, estrechamente ligado al anterior es: lean muchas historias, escuchen mucha música y piensen acerca de lo que esas historias significan para sus propias vidas y la vida de aquellos que ustedes aman. De esa manera no se sentirán vacíos por dentro, gozarán de un mundo interior más rico y tendrán mejores posibilidades de comunicarse con otros.

Foto cortesía John Simoudis

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