Foto cortesía waffler
Por todo lo anterior he llegado a la siguiente conclusión:
1- Que toda decisión se toma en incertidumbre. Esto es, debemos partir de la base de que no tenemos manera de saber cómo van a resultar las cosas. Podemos tener una idea de cuál “podría” ser el resultado final – y éste es justamente uno de los criterios para evaluar la decisión –, pero no podemos saber a ciencia cierta qué es lo que va a suceder en el futuro.
2- En otras palabras: no somos adivinos, y ojo: nadie nos pide que lo seamos. El tomar una decisión no es un concurso o competencia con nosotros mismos a ver si somos capaces de predecir el futuro. ¿Cómo me irá en este trabajo para decidir si lo tomo o no? Sencillamente no sabemos, ni tampoco tiene sentido hacernos esta pregunta. El proceso es más bien al revés: este trabajo me conviene por las razones a, b, y c, y por eso me decido a tomarlo. ¿Qué si voy a estar contento? ¿Qué si me va a ir bien? No lo sé ni tengo forma de saberlo. Solo lo sabré, como es lógico, una vez que esté trabajando allí. Toda decisión se toma en el presente con la información que tenemos “aquí y ahora”. Embarcarnos en tratar de adivinar los resultados de nuestra elección para así garantizar que sea la correcta, además de que no es posible, no tiene ningún sentido.
3- Hay incertidumbre también en el hecho de que la información que tenemos a mano nunca será completa y exhaustiva, además de que las cosas cambian, con o sin nuestro consentimiento y de allí que las circunstancias vayan modificándose, lo que hace que una decisión que parecía correcta ayer ya no lo sea hoy.
4- Debemos saber por otra parte de que por más que una decisión se tome a conciencia, se delibere, se analice, se ponderen todos los factores no por eso va a resultar como esperábamos. El haber hecho la “tarea” bien, no garantiza necesariamente un buen resultado. Como todos sabemos hay sólo ciertas cosas que podemos controlar – muy pocas a decir verdad – por más que queramos pensar lo contrario.
5- Si bien lo que se desea es una decisión racional y lógica, muchos dicen en cambio que, paradójicamente, las mejores decisiones se toman “intuitivamente” y que siempre es bueno decidir en base a lo que “resuene” más con nuestra manera de ser, independientemente de lo que “debemos” hacer o lo que se considere más práctico y conveniente.
6- Una vez que tomamos una decisión, y esto es importante, debemos olvidarnos de las otras opciones que dejamos de lado y trabajar por hacer todo lo posible para que esta decisión funcione.
7- Por último, si después resulta que la decisión que tomamos no fue la correcta debemos saber que “errar es de humanos”, que como ya dijimos hay cosas – muchas cosas – que escapan a nuestro control. No somos infalibles y esto es parte de la naturaleza humana.
A la final toda decisión no es más que una apuesta. Para decidir, como para vivir, hay que tomar riesgos. Cruzamos los dedos y miramos hacia adelante. Apostamos con todas nuestras fuerzas a que la decisión tomada será la correcta. Sólo el futuro lo dirá. Mientras tanto no nos queda más que tomar una acción y comprometernos en cuerpo y alma con ella.
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Lo describes muy bien. Es tal cual!
Gracias por tu comentario!
Hombre, es verdad que en la inmensa mayoría de las decisiones hay muchos resultados inciertos, pero hay casos en los que claramente no es así: sabes con total seguridad que si te tiras «a pelo» desde un décimo piso te escoñas.
Lo interesante para la toma de decisiones no es dividir las consecuencias entre ciertas e inciertas, sino graduarlas desde las más improbables a las más probables.
Si pero esa «no es» una decisión, el que se va a tirar sabe exactamente lo que le va a pasar, si está contemplando tirarse por el balcón sabe evidentemente que eso es lo que le va a suceder, además, eso es precisamente lo que está buscando, ¿no?. La decisión aquí es otra, si se tira o no en primer lugar, por las razones que lo hayan llevado a ello. Si decide por ejemplo seguir viviendo, estará «apostando» a que podrá resolver aquello que lo atormente, etc, etc,
Entiendo lo que quieres decir, muchas de las decisiones que tomamos sabemos con bastante certeza lo que va a suceder pero muchas, muchísimas no. Lo que quería mostrar es que la incertidumbre es una condición sine qua non del vivir, la dinámica entre presente y pasado inherente a toda decisión.
Gracias Jesús por tu comentario.
[…] Ya de por sí tomar una decisión no es tarea fácil. Debemos aceptar que toda decisión se toma en incertidumbre, más aún cuando estamos expuestos al bombardeo de nuestra […]