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Archive for the ‘Incertidumbre’ Category

Existen dos tipos de personas: los que piensan y los que actuanExisten dos tipos de personas: los que piensan y los que actúan. Los primeros aprecian la actividad intelectual, el pensar por el pensar, les gusta sumergirse en las profundidades de la mente, en el análisis y la búsqueda de respuestas, se regocijan en los vaivenes de la imaginación y de lo posible. En general podría decirse que son metódicos, ponderados, precavidos antes que nada. Algunos dirían que son simplemente cobardes o en el mejor de los casos, perezosos. Los segundos, interesados en la acción, no pierden mucho tiempo en la reflexión, en la deliberación. Sabemos que tomar una decisión no es tarea fácil pero para el hombre de acción el actuar no es más que la consecuencia lógica de un proceso intelectual: se piensa, se decide y luego, como es natural, se pone en práctica la decisión tomada. El pensar aquí es un pensar productivo, orientado a la acción, a lo concreto. Se quiere y se desea un resultado, procurar una forma, delimitar, hacer la idea cuerpo, plasmarla en la realidad. El actuar como concreción del pensar, como expresión palpable del pensamiento.

El actuar es un pensar comprometido. El que piensa en cambio no se arriesga, no toma partido, que es a final de cuentas como estar muerto. Es fácil quedarse en el pensamiento. En la mente todo está abierto, es el mundo de las posibilidades, de lo que “podría” ser. La persona de acción en cambio sabe que tiene que hacer sacrificios y los asume, sabe que “ésta” decisión deja afuera todas las demás, que “ésta” alternativa deja de lado – para siempre – todas las otras posibilidades. Si el hombre de acción es audaz, emprendedor, el “pensador” no se atreve, duda, es inseguro y tiende a la inercia. No se da cuenta de que toda decisión se toma en incertidumbre.

Si el pensar es pasado o futuro el actuar es presente puro. El hombre de acción está ocupado en el presente. El que piensa en cambio está amarrado al pasado – lo que pude haber hecho y no hice, lo que pude haber sido y no fui – , o en el futuro – ¿y si sucede esto o lo otro?, ¿y si las cosas no salen como espero? De cualquier manera tiene un pie aquí y uno allá.

Si el pensar es mente, el actuar es cuerpo, si el pensar es psique el actuar es soma. Winnicott decía que el pensar exacerbado no es más que el intento de la mente de llenar un vacío, de alimentar una falta, de sustituir, en otras palabras, al cuerpo que no es otra cosa que la afectividad y las emociones.

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Usted percibe objetos que nadie ve. El tropezarse con el pie de cierta manera es para usted una señal de que su carrera va por buen camino. Una broma en la oficina es la prueba de que están conspirando contra usted. Siente una necesidad urgente de poner todo en su lugar preciso. ¿Será que llegó el momento de pedir una cita con el psiquiatra? No se asuste. Usted no es (necesariamente) esquizofrénico, obsesivo compulsivo o cualquiera de los otras patologías psiquiátricas. Usted es solamente un inversionista mal informado en un mercado riesgoso, o el sobreviviente afortunado de un accidente de carro, un estudiante que acaba de entrar a la universidad o quizás un pescador primitivo del pacífico sur. 

Una nueva investigación llevada a cabo por Adam Galinsky en el Kellogg School of Management de Northwestern University en Evanston, Illinois en colaboración con Jennifer Whitson de la Universidad de Texas en Austin explica porqué algunas personas se sienten atraídas por la superstición, los rituales y las teorías conspirativas. 

El estudio publicado en la revista Science sostiene que en general las personas buscan darle sentido e imponer un orden a un mundo lleno de incertidumbre buscando alcanzar un sentimiento de poder y control. Esta búsqueda de estructura puede a veces llevarnos a engañarnos a nosotros mismos viendo y creyendo cosas que simplemente no existen. 

“Estábamos interesados en aquellos que dicen haber visto a la Virgen María en manchas de telas o que creen en teorías conspirativas acerca del asesinato de Kennedy”, sostiene Galinsky. “Estos pueden parecer fenómenos distintos pero tienen en común el hecho de encontrar relaciones significativas y coherentes en estímulos sin ninguna conexión. Todas estos fenómenos son reducibles al mismo proceso” 

A través de una serie de 6 experimentos los investigadores mostraron que los individuos que sienten que carecen de control eran más propensos a ver imágenes que no existen en la realidad, a percibir conspiraciones y creer en supersticiones

“Mientras menos control las personas sienten que tienen sobre sus vidas más tendencia tendrán a intentar obtener ese control a través del pensamiento”, afirma Galinsky. 

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Vamos a suponer que ya has tomado una decisión con respecto a algún asunto en particular. Ya has decidido el curso de acción a tomar luego de pesar las distintas alternativas. Te has planteado tus metas y objetivos. Sabes a donde quieres llegar. No te queda más que poner en práctica la decisión tomada con tanto esfuerzo y trabajo. Sólo te queda actuar, arrancar con tu proyecto. ¿Para qué sirve una decisión si no la implementas, no es cierto? Pero no puedes. Sabes exactamente lo que tienes que hacer, pero no te puedes mover! Estas paralizado. Inercia total!

 

Encuentras mil excusas para no tomar ninguna acción. Que no es el momento adecuado, que debes revisar y reconsiderar tu decisión, que prefieres esperar, quizás cambian las cosas por sí solas, quizás alguien tome la decisión por ti o mejor esperas que surja una idea mejor, que las condiciones cambien o te ganes la lotería y entonces todos tus problemas se resuelvan. Si esperabas mejorar tu situación decides que mejor no haces nada, que mejor es malo conocido que bueno por conocer. En conclusión: no mueves un dedo.

 

Todos hemos estado en esta situación. Las razones de la inercia son muchas. Temor al cambio, a equivocarnos, miedo a que las cosas no salgan como esperamos, o que salgan incluso “mejor” de lo que esperábamos lo que requeriría nuevas decisiones, responsabilidades y más cambios. Sin embargo seguimos ahí, quejándonos de nuestra situación sin hacer nada o imaginando como todo sería maravilloso y fantástico cuando alcancemos la meta – si la alcanzamos – , es decir, si hacemos algo para alcanzarla! Mientras tanto esas ideas brillantes se quedaron en eso, en ideas, en la cabeza, no en la realidad.

 

La vida es eso: una decisión tras otra, una acción tras otra. El miedo a actuar no es más que miedo a vivir, a comprometernos y tomar partido. No tenemos más alternativa que tomar decisiones, ponerlas en práctica y movernos hacia adelante.

 

¿Cómo salir entonces de la inercia y actuar para lograr nuestros objetivos? He aquí algunas sugerencias que me han servido para motivarme a actuar cuando me veo paralizada por el temor y las dudas: 

  1. Actúa más, piensa menos. Ya pensaste, deliberaste, analizaste. Tomastes la decisión, que no es tarea fácil. Es hora de actuar. Hazlo ya! ¿Quieres comenzar una dieta? ¿Quieres entrar en un programa de ejercicios? No esperes el lunes, o principio de mes o luego de terminar el trabajo que tienes pendiente. Empieza hoy mismo! Practica poner en práctica tus objetivos tan pronto como te sea posible, mientras más los retrases perderán fuerza y será cada vez más difícil comenzar. El pensar demasiado no es más que una trampa que nosotros mismos nos ponemos para no actuar. Da el primer paso, atrévete. Practica hacer cosas en lugar de pensar acerca de ellas.
  2. Comprométete con tu decisión y mira hacia adelante. Acepta que elegistes un camino y sólo uno. Llevar a la práctica la decisión tomada requiere hacer un duelo por todas las otras alternativas que se dejaron de lado. De nada sirve volver una y otra vez a evaluarlas y reconsiderarlas. No hay nada que nos paralice más que ese ir y venir constante. Una vez que se toma la decisión debemos comprometernos en cuerpo y alma con ella y hacer todo lo posible porque funcione. De nada sirve por otro lado tratar de incluir de alguna manera las alternativas que se abandonaron o hacer acomodos para mantenerlas en reserva en caso de que la opción elegida no funcione. No hay nada que entorpezca más la acción que intentar hacer compromisos inútiles porque no hemos podido aceptar que no podemos tenerlo todo.
  3. Recuerda que con ideas solamente no alcanzas resultados. Las ideas son importantes pero ellas sólo son válidas cuando se implementan  sino seguirán siendo sólo ideas y nada más. Una buena idea puesta en práctica vale más que 100 ideas brillantes que no se concretan. Si tienes una idea en la que realmente crees haz algo acerca de ella. A menos que tomes alguna acción esa idea no va para ningún lado.
  4. No esperes a que las condiciones sean perfectas. Si esperas a que las condiciones sean perfectas para actuar probablemente nunca lo harás porque las circunstancias NUNCA van a ser perfectas. SIEMPRE habrá una oportunidad que podría parecer más adecuada. De todas maneras nunca sabrás si las condiciones son perfectas o no hasta que realmente pones en marcha tu plan. Lo que parecía un momento no tan perfecto puede que termine siendo el mejor posible, pero esto sólo lo sabrás en la acción misma. Igualmente, si postergas la acción esperando por un momento más propicio puede que este nunca llegue y entonces perdiste la oportunidad que tenías. En la vida real no hay un momento perfecto para empezar algo. Tienes que actuar y lidiar con los problemas en la medida en que vayan surgiendo. El mejor momento para actuar fue el año pasado. El segundo mejor momento para actuar es ahora mismo.
  5. Actúa a pesar del miedo. Sé valiente! No vamos a negar que siempre hay algo de temor o aprensión al decidirnos a tomar un curso de acción, por supuesto que en algunas decisiones más que en otras. Es natural, el actuar implica siempre un cambio y todo cambio trae temor, ansiedad o dudas. Por supuesto que siempre estamos más cómodos y nos sentimos más seguros en lo conocido pero si actuamos es precisamente para cambiar las cosas si no no actuaríamos. Actúa a pesar del miedo! El momento más difícil para actuar es el primer momento. Una vez que se pone en movimiento la acción estarás ocupado en llevarla a cabo lo mejor posible, el miedo pasa a segundo término. Decídete a actuar, más tienes que perder al no hacer nada que al hacerlo y equivocarte. Los resultados sólo los verás en la marcha.
  6. No esperes que se te ocurra la mejor idea o el mejor plan de acción para actuar. A veces esperamos que se nos ocurra una idea brillante, la idea “perfecta”, para comenzar a tomar una acción. En lugar de esperar que aparezca ese golpe de inspiración actúa ya, las ideas van a surgir una vez que las cosas se pongan en marcha. Es lo que sucede en todo proceso creativo. El que espera tener la novela perfecta en su mente para comenzar a escribir nunca lo hace. Es en el proceso mismo de escribir que surgen las ideas las cuales podrás desarrollar y perfeccionar a medida que escribes.
  7. La acción es del aquí y del ahora. Toda acción es del momento presente. Concéntrate en lo que quieres alcanzar, en tus objetivos actuales, no te preocupes como serán las cosas mañana o lo que pudiste haber hecho y no hiciste. El momento presente es el único que tenemos. Es ahora, no ayer, no mañana sino ahora. No hay nada más fácil para sumirse en la inercia y evitar la acción que vivir en el pasado o pensar en todos los posibles escenarios en que las cosas pueden salir mal. Pensar en el futuro es paralizarte porque existe una multitud de factores que no dependen de nosotros. Recuerda que no tienes control sobre el futuro sino sobre lo que puedes hacer ahora. Si quieres mantenerte en la inercia piensa en el futuro, es el mejor antídoto contra la acción.
  8. Sé disciplinado. Concéntrate en la tarea a mano. No te distraigas con detalles que no te llevarán a nada y lo que harán es postergar la acción. Por alguna razón cuando estamos dispuestos a actuar  encontramos cosas urgentes que tenemos que hacer. Si quieres escribir escribe ahora mismo, no chequees tus emails por enésima vez, no te pongas a limpiar tu escritorio o devolver las llamadas que tienes pendiente. Haz una lista de todas esas tareas que se te van ocurriendo, sigue con tu plan que luego tendrás tiempo para llevarlas a cabo.
  9. No esperes estar totalmente convencido de que tu decisión es la correcta para actuar. Toda decisión se toma en incertidumbre. Nunca tenemos toda la información a mano, además de que siempre pueden surgir imprevistos que no dependen de ti y que no puedes controlar. Nunca sabrás si la decisión fue la correcta hasta que la hayas puesto en práctica. Es sólo una vez que te comprometes en la acción que te darás cuenta si esa decisión que tomaste funciona o no o si necesitas cambiar de estrategia o hacer ciertos ajustes. No tenemos garantías. Actúa a pesar de la duda. Es sólo en la marcha que sabrás qué hacer. Hasta que no actúes puedes imaginarte todas las consecuencias posibles, buenas o malas pero eso está solo en tu cabeza y mientras tanto no has avanzado ni un milímetro en tus objetivos.
  10. Divide la tarea en etapas. A veces nos sentimos sobrecargados de ver el proceso que nos viene por delante. Piensa en tus metas en términos de etapas. Concéntrate en cumplir esas etapas una por una. No hay mejor excusa para no comenzar nada que sentirnos abrumados por la tarea futura. Si en cambio nos proponemos metas más razonables y a corto plazo estaremos sin darnos cuenta avanzando hacia nuestros objetivos. Roma no se construyó en un día.
  11. Lo excelente es enemigo de lo bueno. Una de las mayores trabas para tomar acción es nuestra ambición de alcanzar la excelencia. Esperar que los resultados sean superlativos, no buenos, medianamente buenos, sino los mejores. El perfeccionismo es la mano derecha de la inercia. Si nos acogemos a la tarea esperando alcanzar la perfección estamos perdidos, porque o nos paralizamos o en el instante en que los resultados se alejen de nuestras expectativas bastará para tirar la toalla y abandonar el proceso. Creo que debemos comenzar por percibirnos como simples mortales comprometidos con su trabajo haciendo lo mejor que podamos en el mejor tiempo posible, sin compararnos con nadie, andando a nuestro propio ritmo. Esta es la única manera de recorrer un camino: el nuestro. 
  12. Acalla tu crítico interior. No hay nada mejor para sumirnos en la inercia y no avanzar un paso que la voz de ese crítico que tenemos en nuestro interior y que está constantemente vigilando nuestros pensamientos, acciones y logros. A la menor señal de fracaso, duda, o simple equivocación tendremos al crítico diciéndonos que no sabemos hacer nada bien, que somos unos inútiles e ineficientes y que no sigamos dedicándole más tiempo a este proyecto que no vamos a llegar a ninguna parte. Si quieres hacer algo con tu vida lo primero que debes hacer es acallar de manera firme y contundente a ese crítico interno que, como en el punto anterior, no quiere más nada de ti que la última perfección y excelencia. Nada menos que eso.
Nada alcanzamos si no nos comprometemos en la acción. Es en la acción que se produce el cambio. Requiere de valor tomar la vida en nuestras propias manos. Lo contrario es la inercia, la apatía y la pasividad. Más vale haberlo intentado y haber fallado que nunca haberlo intentado. 

 

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Cuando Nassim Nicholas Taleb declaró que la economía mundial estaba encaminándose hacia el desastre, nadie le prestó atención. Ahora traders, economistas, incluso la Nasa y el Departamento de Homeland Security claman por escucharlo. Se ha convertido en un conferencista muy solicitado. El no les dice lo que tienen que hacer, él solo les muestra como el mundo es: “No soy un gurú. Yo solo les describo el problema y les digo: “ustedes son los que tienen que resolverlo”.

Taleb es un ensayista, profesor e investigador del London Business School, de la Universidad de Massachussets en Amherst y del Wharton School Financial Institutions Center, entre otros. Sus investigaciones tocan las áreas de filosofía, epistemología, escepticismo, matemática, teoría de probabilidades, finanzas, economía y ciencia cognitiva. Su interés principal: el estudio epistemológico de la incertidumbre y el azar. En otras palabras, cómo lidiar y comprender lo fortuito y casual, aquellos eventos o hechos que ocurren o surgen aleatoriamente, sin ningún objetivo, intención o patrón determinado. Su último libro: The Black Swan, The impact of the Highly Improbable, estuvo por 17 semanas en la lista de libros más vendidos del 2007 según el New York Times.

Para Taleb sus mejores intuiciones acerca de estos temas las obtuvo de su intensa práctica y experiencia de 20 años como trader en Wall Street, actividad nada aburrida y con mucho de azar, como afirma. Estos son algunos de los consejos de Taleb para lidiar con la incertidumbre… y la vida:

 1.   El escepticismo es costoso y requiere esfuerzo. Es preferible ser escéptico acerca de asuntos de gran trascendencia y ser imperfectos, insensatos y humanos acerca de temas más triviales.

 2.   Vaya a fiestas. Usted no tiene idea de lo que el destino le tiene deparado. Las reuniones sociales pueden ser una oportunidad para enterarse. Y si es agorafóbico o antisocial, envíe a sus colegas para que le cuenten.

 3.   No es buena idea tomar en cuenta las predicciones de alguien que use corbata. En lo posible no le haga caso a la gente que se toma a sí misma (y a su conocimiento) demasiado en serio.

 4.   Vista sus mejores ropas el día de su ejecución y mantenga la frente en alto. Su recurso más importante en contra del azar es la manera en que usted actúe – si no puede controlar las eventualidades al menos puede controlar la manera en que reacciona ante ellas. A final de cuentas usted tendrá siempre la última palabra.

 5.   No entorpezca ni alborote sistemas altamente complejos que han estado vigentes por mucho tiempo. No comprendemos su lógica. No contamine el planeta. Déjelo como lo encontró, independientemente de lo que muestren las “evidencias” científicas.

 6.   Aprenda a equivocarse con orgullo y hágalo rápido y limpiamente. Maximice el ensayo y error haciéndose experto… en el error.

 7.   Evite a los perdedores. Si usted escucha palabras como “imposible”, “nunca”, “demasiado difícil” frecuentemente, sáquelo a él o a ella de su medio social. Nunca tome un “no” como respuesta (contrariamente, tome la mayoría de los “sí” como “lo más probable”).

 8.   No lea los periódicos para enterarse de las noticias, no hace falta (sólo lea la columna de los chismes y, por supuesto, el perfil de los autores). El mejor criterio para determinar si las noticias son relevantes o no es estar pendiente si oye de ellas en cafés, restaurantes, o (de nuevo) fiestas.

 9.   El trabajo y el esfuerzo le traerán un puesto académico en la universidad o un BMW. Usted necesita tanto el esfuerzo y la dedicación como la suerte para poder llegar a ser un apostador exitoso, un Nobel o tener un avión privado.

10.  Conteste primero los emails de los neófitos y principiantes que estén comenzando que aquellos que gozan de mayor jerarquía y rango. Los novatos tienen más que alcanzar y tienen la tendencia a acordarse de quienes  los han desairado.

Para concluir afirmó:

Vamos a ser humanos de la manera en que somos humanos. Homo Sum – yo soy un hombre. No acepte ninguna visión olímpica del hombre y le irá mejor en la sociedad”… “Usted alcanzará la paz aceptando que hay muchas cosas que no sabe y que nunca sabrá.»

Fuente: The Sunday Times

Si quiere ver a Taleb hablando sobre este tema visite “Learning to expect the unexpected”.

Foto cortesía justinKnol

Aquí les presento el video de Eduard Punset sobre este tema, «El poder de lo inimaginable»:

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Foto cortesía waffler

Por todo lo anterior he llegado a la siguiente conclusión:

1-    Que toda decisión se toma en incertidumbre. Esto es, debemos partir de la base de que no tenemos manera de saber cómo van a resultar las cosas. Podemos tener una idea de cuál “podría” ser el resultado final – y éste es justamente uno de los criterios para evaluar la decisión –, pero no podemos saber a ciencia cierta qué es lo que va a suceder en el futuro.

2-    En otras palabras: no somos adivinos, y ojo: nadie nos pide que lo seamos. El tomar una decisión no es un concurso o competencia con nosotros mismos a ver si somos capaces de predecir el futuro. ¿Cómo me irá en este trabajo para decidir si lo tomo o no? Sencillamente no sabemos, ni tampoco tiene sentido hacernos esta pregunta. El proceso es más bien al revés: este trabajo me conviene por las razones a, b, y c, y por eso me decido a tomarlo. ¿Qué si voy a estar contento? ¿Qué si me va a ir bien? No lo sé ni tengo forma de saberlo. Solo lo sabré, como es lógico, una vez que esté trabajando allí. Toda decisión se toma en el presente con la información que tenemos “aquí y ahora”. Embarcarnos en tratar de adivinar los resultados de nuestra elección para así garantizar que sea la correcta, además de que no es posible, no tiene ningún sentido.

3-    Hay incertidumbre también en el hecho de que la información que tenemos a mano nunca será completa y exhaustiva, además de que las cosas cambian, con o sin nuestro consentimiento y de allí que las circunstancias vayan modificándose, lo que hace que una decisión que parecía correcta ayer ya no lo sea hoy.

4-    Debemos saber por otra parte de que por más que una decisión se tome a conciencia, se delibere, se analice, se ponderen todos los factores no por eso va a resultar como esperábamos. El haber hecho la “tarea” bien, no garantiza necesariamente un buen resultado. Como todos sabemos hay sólo ciertas cosas que podemos controlar – muy pocas a decir verdad –  por más que queramos pensar lo contrario.

5-    Si bien lo que se desea es una decisión racional y lógica, muchos dicen en cambio que, paradójicamente, las mejores decisiones se toman “intuitivamente” y que siempre es bueno decidir en base a lo que “resuene” más con nuestra manera de ser, independientemente de lo que “debemos” hacer o lo que se considere más práctico y conveniente.

6-    Una vez que tomamos una decisión, y esto es importante, debemos  olvidarnos de las otras opciones que dejamos de lado y trabajar por hacer todo lo posible para que esta decisión funcione.

7-    Por último, si después resulta que la decisión que tomamos no fue la correcta debemos saber que “errar es de humanos”, que como ya dijimos hay cosas – muchas cosas –  que escapan a nuestro control. No somos infalibles y esto es parte de la naturaleza humana.

A la final toda decisión no es más que una apuesta. Para decidir, como para vivir, hay que tomar riesgos. Cruzamos los dedos y miramos hacia adelante. Apostamos con todas nuestras fuerzas a que la decisión tomada será la correcta. Sólo el futuro lo dirá. Mientras tanto no nos queda más que tomar una acción y comprometernos en cuerpo y alma con ella.

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