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Archive for the ‘Neurociencia’ Category

 

Hemisferios cerebrales y orientación sexualDependiendo del predominio de los hemisferios cerebrales un individuo tenderá a ser homosexual o heterosexual. Y si es cierto que podemos desarrollar un hemisferio más que otro ¿cambiaría esto nuestra orientación sexual?

De acuerdo con James Olson autor del libro “The Whole-Brain Path to Peace existe una correlación directa entre el predominio de los hemisferios cerebrales y la orientación sexual. Es claro que existen otras influencias en el comportamiento y la atracción sexual, desde factores genéticos y hormonales hasta influencias del ambiente, sin embargo, el cerebro juega un papel fundamental en la sexualidad.

La división del cerebro en dos hemisferios distintos conlleva dos maneras distintas de aproximarse al mundo. El hemisferio izquierdo es más racional y lógico. El hemisferio derecho más intuitivo y holístico. Ambos contribuyen a nuestro modo de comprender lo que nos rodea. Generalmente el hemisferio izquierdo predomina en los hombres mientras que en la mujeres predomina el derecho.

Pero hay excepciones importantes, afirma Olson, particularmente en las personas homosexuales. Mi investigación sugiere que en estas personas el predominio de los hemisferios cerebrales es el inverso a la de los heterosexuales del mismo sexo. Hombres homosexuales, al igual que las mujeres heterosexuales muestran un predominio del hemisferio derecho mientras que en las mujeres homosexuales, tal como en los hombres heterosexuales predomina el hemisferio izquierdo. Obviamente existen distintos grados de predominio cerebral, de la misma manera que existe una amplia gama en la sexualidad.

Lo interesante en esto sostiene Olson, es que cuando se da una alteración en el predominio de los hemisferios cerebrales experimentamos un cambio de perspectiva a todo nivel y con esto un cambio también en la orientación sexual, independientemente del sexo del individuo.

Más allá del problema de la orientación sexual el libro de Olson quiere hacer énfasis en que el predominio de los hemisferios cerebrales influye sobre nuestras creencias en general, nuestra manera de percibir el mundo, sean nuestras simpatías políticas, nuestra sexualidad o la manera en que encaramos los distintos problemas sociales. Una perspectiva más holística, un modelo de cerebro más integrado y global nos permitiría resolver muchos de nuestros conflictos y alcanzar un mejor balance. Para Olson finalmente, es posible ajustar nuestra percepción y creatividad cambiando nuestro cerebro.

Foto: vaxzine

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090528154950_sp_soup_corbis_226x283Todos somos capaces de «escuchar» formas y tamaños y quizás hasta de «saborear» sonidos, indica un grupo de científicos de la Universidad de Oxford, en Inglaterra.

La mezcla de experiencias sensoriales, mejor conocida como sinestesia, influye en nuestra percepción y nos ayuda a comprender sensaciones que se producen simultáneamente, señalaron los investigadores.

La sinestesia en sí misma es una rara e inusual condición que afecta a menos del 1% de la población.

Se puede manifestar de diferentes maneras. Algunas personas pueden «ver sonidos», que también les provocan ver colores.

Otros individuos podrían percibir colores mientras leen palabras escritas con negro en una superficie blanca.

Pero, de acuerdo con Charles Spence, profesor de Psicología Experimental de la Universidad de Oxford, todos somos capaces de manifestar sinestesia.

Oyendo formas

En los experimentos realizados por Spence y sus colegas participaron 12 voluntarios, a quienes se les hizo ver una imagen que destellaba en una pantalla y escuchar un tono.

Tanto el sonido como la imagen se produjeron casi al mismo tiempo.

Se trataba de dos tipos de imágenes: un punto negro grande y otro pequeño o una figura con terminaciones angulosas y otra con terminaciones redondas.

Los puntos grandes y las formas redondas fueron asociados con sonidos de baja frecuencia.

«Las personas son mejores discriminando qué se produce primero cuando el sonido y la figura no se combinan», explicó Spence.

«Cuando el sonido y la imagen no se produjeron simultáneamente, la gente encontró más sencillo mantenerlos separados», dijo. «Ante una asociación compatible -un punto pequeño y un sonido de frecuencia alta-, el cerebro de los participantes tendió a unirlos más estrechamente».

El equipo de científicos también estudió el «reconocimiento espacial» de los voluntarios.

Los sonidos se emitieron tanto a la derecha como a la izquierda de la imagen y se descubrió que para la gente era más fácil determinar de qué lado provenía el sonido si no coincidía con la imagen.

Todo indica que nuestro cerebro podría usar las asociaciones de la sinestesia -señaló el profesor Spence- «para combinar los diferentes estímulos sensoriales que llegan a nuestros receptores al mismo tiempo.

«Si hay muchas experiencias visuales al mismo tiempo, por ejemplo, si estoy en una fiesta muy ruidosa ¿cómo sé a qué rostro corresponde cada voz?», indicó el científico.

Le hemos dado a la gente platos de comida y le hemos hecho preguntas sobre ellos, incluyendo ¿es esta comida «bouba» o «kiki»? ¿es una «maluma» o una «takete»? 

«Podemos hacer encajar imágenes y sonidos que provienen de la misma posición o que ocurren al mismo tiempo, pero hay problemas con ello».

«Si se piensa en un trueno y en un relámpago, el sonido del trueno y la luz del relámpago se producen por separado».

«Y si movemos nuestra cabeza, pero no nuestros ojos, o movemos nuestros ojos y no nuestra cabeza, eso provocará una incongruencia entre nuestros oídos y nuestros ojos, entre nuestra audición y nuestra visión».

«Esta relación de sinestesia es un tercer elemento que nuestro cerebro puede usar», señaló Spence.

La idea de que una palabra en particular «suena» aguda o suave, no es nueva. Pero, es la primera vez que se demuestra que afecta directamente la percepción de personas que no manifiestan sinestesia.

Comiendo palabras

Algo que todas las personas que experimentan sinestesia tienen en común es que tonos o palabras siempre provocarán los mismos colores y sabores.

Spence cree que puede usar esta relación para realzar nuestro sentido del gusto.

El concepto de palabras que tienen un sonido agudo o suave lo introdujo, en 1929, el psicólogo estonio Wolfgang Kohler, quien diseñó un experimento en el que les preguntaba a los participantes que escogieran cuál de dos figuras era llamada «bouba» y cuál era llamada «kiki».

La mayoría dijo que kiki era la figura angulosa y de color naranja y bouba era la que tenía forma redonda y color púrpura.

El profesor Spence considera que este extraño lenguaje puede influir nuestras papilas gustativas, por eso, en su trabajo con el reconocido chef Heston Blumenthal, el científico está intentando combinar directamente la experiencia de un auditorio con un platillo de comida.

«Le hemos dado a la gente platos de comida y le hemos hecho preguntas sobre ellos, incluyendo ¿es esta comida «bouba» o «kiki»? ¿es una «maluma» o una «takete»?, le dijo Spence a la BBC.

Dos de los mejores ejemplos, señaló, es el queso Brie, que es «muy maluma», mientras que el arándano es «muy takete».

«La idea es que le des a los participantes dos platillos de comida y les digas que uno es takete y otro es maluma, pero sin especificar cuál es cuál hasta que lo coman».

El equipo podría también, de acuerdo con el investigador, crear deliciosas y sonoras nuevas palabras para los platos del restaurante de Blumenthal.

«Aún no hemos decidido cuáles usar», dijo Spence.

Fuente: BBC

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Un nuevo estudio acaba de demostrar que el amor y el odio activan las mismas zonas en el cerebro

Científicos británicos descubrieron el mecanismo del cerebro humano que produce que odiemos a alguien. 

Y la zona donde se inicia esta poderosa emoción está íntimamente relacionada al área cerebral donde se produce el amor, afirmó la investigación llevada a cabo en la Universidad de Londres.

El estudio -publicado en la revista de la Biblioteca Pública de Ciencia, PLoS One– analizó a varios voluntarios que miraran fotografías de alguien a quien odiaban.

Descubrieron que se activaban una serie de circuitos cerebrales en un área del cerebro que comparte ciertas estructuras asociadas al amor romántico.

Pasión «interesante»

«El odio a menudo es considerado una pasión malvada que debe ser reprimida, controlada y erradicada» explicó el profesor Semir Zeki, del Laboratorio Wellcome de Neurobiología de la Universidad de Londres y quien dirigió el estudio.

«Pero para los neurobiólogos el odio es una pasión tan interesante como el amor«.

«Porque igual que el amor, el odio a menudo parece ser irracional y puede conducir al individuo a conductas heroicas o malvadas. ¿Cómo es posible que dos sentimientos tan opuestos conduzcan al mismo comportamiento?».

Esa es la pregunta que se planteó el profesor Zeki al iniciar este estudio, que es la continuación de otras investigaciones previas en su laboratorio sobre los mecanismos cerebrales del amor romántico y el amor maternal.

En el nuevo estudio Zeki y su equipo se concentraron específicamente en el odio que siente el ser humano hacia otro individuo.

En la investigación participaron 17 voluntarios, tanto hombres como mujeres, elegidos porque dijeron sentir profundo odio hacia otra persona.

Los científicos llevaron a cabo escáneres cerebrales mientras los participantes miraban tanto la fotografía de la persona odiada, como fotografías de rostros «neutrales» que les eran familiares. 

«Cuando miraban el rostro de la persona odiada -señalaron los autores- se produjo actividad en zonas cerebrales que puede ser consideradas el «circuito del odio».

Este circuito del odio incluye estructuras en la corteza y la subcorteza cerebral y tiene componentes que también se activan cuando se genera una conducta agresiva.

El cerebro funciona traduciendo estas señales de los circuitos cerebrales en acciones, como la planeación de movimientos del cuerpo.

Y el circuito del odio también está ubicado en una parte de la corteza frontal que se cree es muy importante en la predicción de las acciones de los demás.

Quizás, explican los científicos, esto es lo que nos hace actuar cuando nos enfrentamos a una persona odiada.

Odio crítico

Pero lo que más sorprendió a los investigadores fue descubrir que el circuito del odio también produce actividad en dos estructuras de la subcorteza cerebral: el putamen y la ínsula

Según el profesor Zeki «es muy interesante que el putamen y la ínsula también se activan con el amor romántico«.

«Pero no es tan sorprendente considerando que el putamen también podría estar involucrado en actos agresivos en un contexto romántico, como en situaciones donde un rival presenta una amenaza».

Los investigadores también descubrieron una diferencia importante en la actividad cortical que producen tanto el odio como el amor.

«Mientras que en el amor grandes partes de la corteza asociadas al juicio y razonamiento se desactivan, con el odio sólo se desactiva una pequeña zona», explicaron los autores.

Los investigadores creen que esto es sorprendente si consideramos que el odio también es, como el amor, una pasión que nos consume totalmente.

Pero mientras que en el amor romántico el amante pocas veces es crítico o juzga a la persona amada, en el contexto del odio, el que odia utiliza su criterio y es calculador para hacer daño, herir o vengarse de la persona odiada.

Otra diferencia es que el amor romántico está dirigido a una sola persona, pero el odio puede ser experimentado contra varios individuos o grupos, como en el caso del odio racial, político o sexual.

El profesor Zaki y su equipo planean ahora centrar sus investigaciones en estas diferentes variedades del odio.

Fuente: BBC

Foto sis

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Psicólogos de la Universidad de Vanderbilt han determinado que los músicos profesionales “piensan” distinto del resto de las personas, son más creativos y utilizan ambos hemisferios más que el individuo promedio. 

La investigación realizada por Crystal Gibson, Bradley Folley y Sohee Park está actualmente esperando para ser publicada en la revista Brain and Cognition. 

El objetivo del estudio era determinar cómo las personas creativas como los músicos se aproximan a la resolución de problemas. Se estudió a los músicos porque se considera que el pensamiento creativo es parte de su experiencia diaria y se encontró que había diferencias cualitativas en la manera en que se enfrentan a la solución de problemas. 

Una de las observaciones más importantes fue el uso elevado que los músicos le dan a ambos hemisferios cerebrales que los investigadores justifican con el hecho de que estos individuos utilizan ambas manos para tocar sus instrumentos. 

Los músicos pueden ser particularmente buenos en acceder e integrar la información proveniente de ambos hemisferios. Los que tocan instrumentos usualmente integran en una sola pieza musical diferentes líneas melódicas. Igualmente han desarrollado la capacidad de leer simultáneamente los símbolos musicales, actividad correspondiente al hemisferio izquierdo, así como integrar la música escrita con su propia interpretación, tarea asociada al hemisferio derecho. 

Estudios previos acerca de la creatividad han demostrado que los individuos altamente creativos muestran usualmente un pensamiento divergente más desarrollado que los individuos menos creativos, entendiendo por “pensamiento divergente” la habilidad de aportar nuevas soluciones a problemas complejos.

Para llevar a cabo el estudio de la Universidad de Vanderbilt los investigadores reclutaron 20 estudiantes de música clásica de la Escuela de Música del Vanderbilt Blair y 20 estudiantes regulares de un curso introductorio de psicología. Los músicos tenían cada uno por lo menos 8 años de entrenamiento musical en piano y/o instrumentos de cuerda y percusión. Se distribuyeron los grupos de acuerdo a la edad, sexo, educación, calificaciones y notas del SAT. 

Los investigadores condujeron 2 experimentos para comparar los procesos creativos de los músicos y del grupo de control. En el primer experimento le mostraron a los sujetos una variedad de objetos y les solicitaron que inventaran nuevos usos para esos objetos y también les pidieron un examen escrito de asociación de palabras. En el examen de asociación de palabras los músicos acertaron más respuestas correctas que los no músicos, cosa que los investigadores atribuyeron a la habilidad verbal más desarrollada de los primeros. Los músicos también inventaron un mayor número de usos novedosos para los objetos conocidos que los no músicos. 

En el segundo experimento se les solicitó a los dos grupos nuevamente que identificaran nuevos usos para objetos cotidianos y realizar una tarea de control mientras se medía la actividad cerebral en los lóbulos prefrontales utilizando una técnica de escaneo del cerebro conocida como NIRS, (near infrared spectroscopy), técnica que mide los cambios en la oxigenación del cerebro mientras el individuo realiza una tarea cognitiva. 

Cuando se midió la actividad cortical prefrontal de los sujetos mientras sugerían nuevos usos para los objetos encontraron que los músicos expertos mostraban una mayor actividad en ambos hemisferios. No sólo encontraron que los músicos habían inventado un mayor número de usos alternativos sino que había una diferencia cualitativa en la manera en que ellos procesaban esta información. 

Los científicos también encontraron que los músicos tenían un cociente intelectual más alto que los no músicos lo que confirma estudios recientes que sugieren que un entrenamiento musical intensivo está asociado con un elevado cociente intelectual.

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La Universidad de Southampton está lanzando esta semana el estudio más importante jamás llevado a cabo sobre experiencias cercanas a la muerte. 

El estudio, llamado AWARE (Awareness during REsuscitation) (Conciencia durante la resucitación) es promovido por el Human Consciousness Project de la Universidad de Southampton, un equipo de científicos y médicos  internacionales que han decidido unir fuerzas para estudiar el cerebro humano, la conciencia y la muerte clínica. 

El director del estudio es el Dr. Sam Parnia, un experto en el campo de la investigación de la conciencia durante la muerte clínica y autor del libro What Happens When We Die. Luego del éxito que tuvo el proyecto piloto de 18 meses en hospitales seleccionados del Reino Unido, el estudio se está expandiendo actualmente para incluir otros centros del Reino Unido así como Europa y los EEUU. 

Contrario a la opinión popular la muerte no constituye un momento específico. Es un proceso que comienza cuando el corazón deja de latir, los pulmones dejan de trabajar y el cerebro deja de funcionar, lo que constituye una condición médica que se conoce como paro cardíaco, el cual desde el punto de vista biológico es sinónimo del fenómeno de la muerte clínica. 

Durante un paro cardíaco los 3 criterios de muerte están presentes. Luego sigue un período de tiempo que puede durar de unos segundos a una hora o más en el que los esfuerzos de la emergencia médica pueden tener éxito en poner a funcionar de nuevo el corazón y reversar la muerte. Lo que la gente experimenta durante este período de paro cardíaco abre una ventana a la comprensión de lo que todos experimentaremos al momento de morir. 

Un importante número de estudios recientes llevados a cabo por investigadores independientes han demostrado que del 10 al 20 por ciento de personas que tienen paro cardíaco y muerte clínica reportan procesos cognitivos lúcidos y bien estructurados, razonamientos lógicos y coherentes, memoria y algunas veces un recuerdo detallado de los eventos que experimentan durante su encuentro con la muerte. 

Para el estudio AWARE los investigadores utilizarán tecnología sofisticada para estudiar el cerebro y la conciencia en el paro cardíaco. Al mismo tiempo estudiarán la validez de los reportes de experiencias fuera del cuerpo y los reportes existentes sobre la posibilidad de “ver” y “oír” durante el paro cardíaco. 

El estudio AWARE será complementado con el estudio del BRAIN-1 (Brain Resuscitation Advancement Internacional Network -1)  en el que el equipo investigador conducirá una serie de tests psicológicos así como técnicas de monitoreo cerebral dispuestas a identificar métodos para perfeccionar el cuidado físico y psicológico de pacientes que han sufrido un paro cardíaco

El Dr. Parnia anunciará formalmente el lanzamiento del estudio AWARE en el simposium internacional que se llevará a cabo en la Naciones Unidas el 11 de Septiembre (hoy) 

Foto theglobalintelligencer

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Oliver Sacks, neurólogo, reconocido escritor de obras como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero hace una reseña en la última edición del New York Review of Books sobre el libro Hurry Down Sunshine de Michael Greenberg, la historia de una joven maníaca-depresiva narrada por su padre.

 

La aparición de la manía es repentina y explosiva. Sally, llevaba ya varias semanas comportándose de manera extraña, dice Greenberg, su padre.  Estaba exaltada y desbordante de energía. Devoraba libros de Shakespeare hasta tempranas horas de la madrugada los cuales atiborraba de anotaciones, flechas, comentarios que ya no dejaban ver el texto original. Su conducta no parecía tener nada de patológico. Siempre tuvo problemas de aprendizaje desde pequeña, ahora, entrando ya en esa etapa de la vida en que uno necesita comprenderlo todo estaba volcada de frente hacia sus intereses intelectuales. Tenía un tiempo escribiendo poemas oscuros y densos a lo Sylvia Plath. Nada extraño, pensó,  para una joven brillante de 15 años. Un día cualquiera de julio no se sabe cómo ni porqué Sally entró en crisis. Se abalanzó sobre peatones en la calle zarandeandolos y demandando su atención. Confiando en sus supuestos «poderes» se lanzó en plena autopista a detener el tráfico. Ese día su padre se preocupó.

 

Robert Lowel describió algo muy similar en un ataque de “entusiasmo patológico” que sufrió:

La noche antes de que me encerraran corrí por las calles de Bloomington Indiana… Creía que podía detener los carros y paralizar sus fuerzas simplemente con pararme en la mitad de la autopista con mis brazos extendidos. 

Estas exaltaciones intempestivas y peligrosas son comunes al comienzo de un ataque de manía.

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Leyendo la prensa diaria uno no puede dejar de sorprenderse con el avance de la neurociencia que ha llegado ya a límites que casi colindan con la ciencia-ficción. Pronto será posible leer el pensamiento y modificar el comportamiento. Cada vez se comprende mejor la plasticidad del cerebro: cómo la experiencia y los hábitos modulan el cerebro y cómo estos cambios a su vez influyen sobre nuestras conductas y actitudes.

 

He aquí una entrevista que le hiciera Milagros Pérez Oliva de El País a Álvaro Pascual-Leone, director del Berenson-Allen Center de la Facultad de Medicina de Harvard, acerca de su trabajo con estimulación magnética del cerebro

 

Álvaro Pascual-Leone se educó en el Colegio Alemán de Valencia (España), lo que le permitió estudiar Medicina en Friburgo (Alemania), pero se fue a Estados Unidos a especializarse en neurología con un propósito muy claro: dedicarse a la investigación.

«En ese momento no pensaba en ejercer como neurólogo, aunque luego le he tomado gusto a tratar a los enfermos.

Quería investigar el cerebro porque me interesaba la filosofía y tenía claro el tipo de preguntas que quería hacer», dice.

Mientras estudiaba neurología en Minnesota, asistió a una conferencia de Anthony Barker sobre una nueva técnica que acababa de desarrollar, la estimulación magnética intracraneal. De eso hace 22 años y no recuerda cuántas veces la ha aplicado, pero ha podido cumplir con creces su deseo de adentrarse por los dominios donde la neurología se encuentra con la filosofía.

Los experimentos con estimulación magnética son realmente sorprendentes. Veamos uno sencillo: te colocan en la cabeza un artilugio un tanto extraño pero en absoluto amenazante, que el investigador va orientando hasta encontrar el área de Broca, la zona del cerebro que controla el habla. Cuando la localiza, te pide que le expliques una historia. Mientras estás hablando, activa un mecanismo y sientes como una pequeña descarga. No duele, sólo notas que algo extraño ocurre en tu boca. Las palabras no te salen. Sabes muy bien lo que quieres decir, pero tu garganta no responde. Es como una de esas pesadillas en las que basta una palabra para que se abra la puerta que te salvará de tus perseguidores, ¡y no hay manera de pronunciarla! Entonces el investigador te sugiere que, en lugar de hablar, cantes. Y entonces, sí que puedes.

¿Por qué? Porque la función de cantar está en el lóbulo derecho, y lo que tienes bloqueado es el izquierdo. 

Los primeros trabajos sobre interferencias en el habla los realizó Álvaro Pascual Leone en 1988. El último, publicado en colaboración con Marc Hauser, profesor de Psicología de Harvard, ya no trata sólo de bloquear una función concreta, sino de modificar un comportamiento.

-Eso suena a ciencia-ficción. ¿Qué han hecho exactamente?
-Hemos demostrado que puedes cambiar el juicio de una persona bloqueando determinadas partes de su cerebro.

Cosas que antes le parecían malas a esa persona, pasan a resultarle indiferentes.

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¿Cuántas veces no nos ha pasado que tomamos el teléfono para llamar a una persona y justo en ese momento esa persona nos está llamando? ¿Cuáles son las probabilidades de que eso suceda? No muchas en realidad pero los “milagros” a veces suceden.

 

Michael Shermer sin embargo no cree en «milagros». El que nos sorprendamos y nos maravillemos por lo asombroso de estas “casualidades” se debe, sostiene, a nuestra manera intuitiva de entender los números, lo que el llama la “aritmética popular”. La “aritmética popular” es nuestra tendencia natural a desconocer el cálculo de las probabilidades, a pensar anecdóticamente en lugar de estadísticamente y a enfocarnos y recordar sólo las tendencias a corto plazo y las muestras pequeñas. Esto, aunado a  la necesidad que tenemos de encontrarle un sentido a todo lo que nos pasa, lo que hace que constantemente estemos buscando evidencias que confirmen nuestras creencias a la misma vez que ignoramos o descartamos aquellas que las contradigan. Es por ello que le prestamos atención a las “casualidades” o situaciones que tienen un sentido para nosotros y nos olvidamos de la gran cantidad de información recibida que no tiene ningún significado particular o que no nos afecta directamente.Notamos por ejemplo, – y nos quejamos –  de una racha de días fríos pero ignoramos la tendencia a largo plazo que representa el global-warming. Observamos con consternación la caída de los mercados inmobiliarios y financieros y nos olvidamos de la tendencia hacia el alza que lleva ya casi medio siglo.

 

La razón por la que la mayoría de nuestras intuiciones populares son erróneas es porque nos movemos, como dice el biólogo Richard Dawkins, en lo que él llama el “Mundo del medio” (Middle World), un espacio entre lo corto y lo largo, lo pequeño y lo grande, lo lento y lo rápido, lo joven y lo viejo. En esta “Tierra del medio” (Middle Land) como la llama Shermer nuestros sentidos se mueven en la percepción de objetos de tamaño mediano: entre los granos de arena y las montañas. Nuestro cerebro no está equipado para percibir átomos o gérmenes, pero tampoco galaxias y universos en expansión. En la “Tierra del medio” del espacio podemos detectar objetos que se mueven al paso del que camina o corre pero no al ritmo lento y progresivo de los continentes y los glaciares y la velocidad de la luz, esa es totalmente imperceptible para nosotros. En la “Tierrra del medio” del tiempo nos encontramos entre los rangos del “ahora” psicológico de 3 segundos de duración y las décadas que lleva la vida humana en el planeta,  un período de tiempo muy corto para ser testigos de la evolución, de los desplazamientos de los continentes o de los cambios ambientales a largo plazo que se están sucediendo.

 

Pareciera que nuestro cerebro no manejase bien las probabilidades. Nuestra aritmética popular nos lleva a prestar atención y recordar las tendencias de corto plazo, las coincidencias con las que nos topamos de vez en cuando y las anécdotas personales haciéndonos olvidar el contexto amplio y a largo plazo en que estas situaciones se dan. Según Shermer es esta miopía precisamente, esta visión egocéntrica, restringida y cerrada que no nos permite ver el “big picture”. Cualquier casualidad nos parece entonces increíble, nos sorprendemos de los “milagros” que se presentan a nuestro alrededor porque los percibimos desde esta perspectiva reducida y personal cuando en realidad no son más que tendencias perfectamente naturales y lógicas – estadísticamente hablando – de un contexto más amplio y global. Dentro de nuestro pequeño mundo cualquier casualidad sería un milagro. 

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Un estudio publicado hoy de la Universidad de Emory sugiere que la práctica regular de la meditación reduce los pensamientos recurrentes y obsesivos que se dan en muchos trastornos psicológicos como el déficit de atención, hiperactividad, ansiedad, trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) y depresión.

 

Giuseppe Pagnoni, profesor asistente de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad de Emory y colaboradores escogieron a dos grupos de sujetos, un grupo de meditadores experimentados con más de 3 años de práctica diaria de meditación, y otro grupo sin ninguna experiencia previa en meditación. El estudio consistió en someter a ambos grupos a pruebas de resonancia magnética funcional (fMRI) mientras meditaban con el objeto de examinar los cambios en el flujo sanguíneo del cerebro cuando los sujetos eran interrumpidos por un estímulo que imita la aparición de pensamientos espontáneos.

 

Mientras sus cerebros estaban siendo escaneados se les pidió a los sujetos que se concentraran en su respiración. Cada cierto tiempo se les solicitaba a los sujetos que distinguieran una palabra real de una palabra sin sentido escritas en la pantalla de una computadora y luego se les pedía que abandonaran esta tarea y se enfocaran de nuevo en su respiración. El estudio mostró que los meditadores experimentados regresaron más rápido a su estado mental anterior a la interrupción.

 

Los científicos encontraron que las diferencias entre la actividad cerebral de los meditadores experimentados y los novatos después de la interrupción se ven reflejadas en áreas del cerebro que se activan normalmente con la ocurrencia de pensamientos espontáneos y cuando la mente se distrae o se pone a divagar durante las horas en que uno está despierto.

 

Luego de la interrupción los meditadores experimentados fueron capaces de volver más rápidamente que los novatos al estado previo antes de la interrupción, lo que sugiere que la práctica regular de la meditación puede mejorar la capacidad de limitar los pensamientos recurrentes y obsesivos que acompañan a muchos trastornos psicológicos.  

 

Foto ibreath-in

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Investigaciones recientes han demostrado que el estrés y la depresión afectan la formación de nuevas células nerviosas en el cerebro, proceso conocido como «neurogénesis», y que este efecto inhibitorio puede contrarrestarse a través de tratamiento antidepresivo. Este artículo acaba de ser presentado en el XXI European College of Neuropsychopharmacology (ECNP) en Barcelona, España. 

El cerebro es el órgano clave en la respuesta al estrés, que reacciona de un modo complejo y orquestado, en consonancia con la activación e inhibición de las estructuras neurales que participan en los procesos sensoriales, motores, autonómicos, cognitivos y emocionales. Es el cerebro el que determina finalmente qué aspectos del mundo que nos rodea nos resultan amenazantes (pudiendo crear estrés) y el que regula las respuestas al estrés, las cuales pueden ser adaptativas o maladaptativas. El estrés crónico puede producir afectación cerebral que desencadene depresión. Entre los factores más poderosos que conducen a la depresión se encuentran los de estrés ambiental (ej. las situaciones laborales y familiares, las relaciones con los vecinos) y, muy especialmente, los acontecimientos estresantes en la vida de la persona, como el trauma o el abuso. Dado que el desarrollo de nuevos enfoques en el tratamiento de la depresión debe partir de un mejor conocimiento neurobiológico de esta patología y obtener información sobre los cambios celulares que tienen lugar a nivel cerebral.

La depresión: una carga creciente para la sanidad pública

La depresión es un trastorno crónico, recurrente, multifactorial, que pone en riesgo la vida del sujeto y que está representada por una serie de síntomas psicológicos, neuroendocrinos, fisiológicos y del comportamiento. La cronicidad y la frecuencia de estos síntomas determinan las características de la patología. Los trastornos depresivos afectan a hasta un 20% de las personas en algún momento de su vida. En atención primera, se estima que entre un 20% y un 50% de pacientes sufren de depresión pero a menudo no se diagnostica correctamente (Wittchen, 2000).

Los trastornos depresivos se encuentran entre las enfermedades de mayor prevalencia del mundo y originan problemas socioeconómicos y de salud publica considerables (OMS, 2001). Los enormes costes que ocasiona la depresión representan aproximadamente el 1% del producto interior bruto europeo (aproximadamente 100 mil millones de Euros). La depresión afecta a más de 120 millones de personas de todo el mundo y todo indica que irá en aumento para convertirse, en el año 2015, en una de las principales causas de discapacidad, únicamente por detrás de la enfermedad cardiovascular.

Cambios cerebrales desencadenados por el estrés y la depresión

Las zonas cerebrales más afectadas por las alteraciones asociadas a la depresión son la corteza prefrontal, la amígdala y el hipocampo, zonas que juegan un papel crucial en las emociones, la memoria y el aprendizaje. Los cambios estructurales y funcionales que tienen lugar como consecuencia del estrés y/o una depresión grave son la reducción en volumen, tamaño neuronal y densidad, junto con alteraciones en el flujo sanguíneo cerebral y el metabolismo de la glucosa. Asimismo, se ha registrado una menor densidad de las células gliales de soporte, consideradas fundamentales en la comunicación entre las células nerviosas, lo cual es especialmente relevante en la disminución del volumen de la corteza prefrontal y del hipocampo y que podría explicar algunos de los cambios emocionales que se observan en sujetos con depresión.

Neurogénesis en el cerebro adulto

La «hipótesis del estrés», utilizada para explicar los trastornos afectivos, ha propiciado el desarrollo de modelos animales para estudiar la depresión. En general, hoy en día se considera que los modelos preclínicos tienen un valor incalculable para su aplicación en la investigación sobre la psicopatología humana y, por tanto, son de especial interés en el estudio de la fisiopatología de la depresión y las respuestas específicas a tratamientos con fármacos antidepresivos. El descubrimiento de que el sistema nervioso adulto es capaz de reemplazar sus células ha suscitado un considerable interés en la comunidad científica. Hasta ahora se pensaba que las redes neuronales en adultos eran fijas e inmutables y que carecían de la capacidad de regenerarse. Esta aseveración la pronunció el famoso neurocientífico español Santiago Ramón y Cajal quien postuló que «todo puede morir, nada puede regenerarse» (Cajal, 1928). La investigación actual ha superado esta visión, al demostrar que la formación de nuevas células nerviosas (=neurogénesis) también se produce en el cerebro adulto. La neurogénesis puede verse modificada por la influencia de moduladores positivos tales como el aprendizaje, el ejercicio físico y la influencia hormonal y también de moduladores negativos como el estrés agudo y crónico.

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