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Archive for the ‘Ciencia Cognitiva’ Category

 

Hemisferios cerebrales y orientación sexualDependiendo del predominio de los hemisferios cerebrales un individuo tenderá a ser homosexual o heterosexual. Y si es cierto que podemos desarrollar un hemisferio más que otro ¿cambiaría esto nuestra orientación sexual?

De acuerdo con James Olson autor del libro “The Whole-Brain Path to Peace existe una correlación directa entre el predominio de los hemisferios cerebrales y la orientación sexual. Es claro que existen otras influencias en el comportamiento y la atracción sexual, desde factores genéticos y hormonales hasta influencias del ambiente, sin embargo, el cerebro juega un papel fundamental en la sexualidad.

La división del cerebro en dos hemisferios distintos conlleva dos maneras distintas de aproximarse al mundo. El hemisferio izquierdo es más racional y lógico. El hemisferio derecho más intuitivo y holístico. Ambos contribuyen a nuestro modo de comprender lo que nos rodea. Generalmente el hemisferio izquierdo predomina en los hombres mientras que en la mujeres predomina el derecho.

Pero hay excepciones importantes, afirma Olson, particularmente en las personas homosexuales. Mi investigación sugiere que en estas personas el predominio de los hemisferios cerebrales es el inverso a la de los heterosexuales del mismo sexo. Hombres homosexuales, al igual que las mujeres heterosexuales muestran un predominio del hemisferio derecho mientras que en las mujeres homosexuales, tal como en los hombres heterosexuales predomina el hemisferio izquierdo. Obviamente existen distintos grados de predominio cerebral, de la misma manera que existe una amplia gama en la sexualidad.

Lo interesante en esto sostiene Olson, es que cuando se da una alteración en el predominio de los hemisferios cerebrales experimentamos un cambio de perspectiva a todo nivel y con esto un cambio también en la orientación sexual, independientemente del sexo del individuo.

Más allá del problema de la orientación sexual el libro de Olson quiere hacer énfasis en que el predominio de los hemisferios cerebrales influye sobre nuestras creencias en general, nuestra manera de percibir el mundo, sean nuestras simpatías políticas, nuestra sexualidad o la manera en que encaramos los distintos problemas sociales. Una perspectiva más holística, un modelo de cerebro más integrado y global nos permitiría resolver muchos de nuestros conflictos y alcanzar un mejor balance. Para Olson finalmente, es posible ajustar nuestra percepción y creatividad cambiando nuestro cerebro.

Foto: vaxzine

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En la imaginación popular, el aprendizaje es un proceso de acumulación progresiva de conocimientos. Sin embargo, los últimos hallazgos de las ciencias cognitivas indican que aprender implica estrechar la capacidad para percibir el mundo. Esta idea se amplía en un artículo publicado en PNAS esta semana. El estudio, dirigido por el investigador de la Universidad de Barcelona Ferran Pons, ha comprobado que los bebés entre los 6 y los 11 meses de edad reducen su sensibilidad hacia los idiomas extranjeros conforme aprenden su lengua materna.

Al nacer, los humanos tienen capacidad para absorber cualquier idioma, pero poco a poco esa capacidad se centra en la percepción de los códigos de su lengua materna. De esa manera, la sensibilidad para distinguir los sonidos y las diferencias fonéticas de otros idiomas se desvanece poco a poco. «Nos especializamos para centrarnos en lo que tiene más importancia para nosotros y perdemos capacidades que no nos interesan», explica Pons.

El nuevo estudio muestra por primera vez que estos cambios en la capacidad de aprendizaje no afectan por separado al lenguaje auditivo o al visual. «El mundo en el que se encuentran los bebés no es únicamente visual o auditivo, ellos no escuchan sin mirar ni miran sin escuchar», apunta el investigador. «Este estudio muestra que la pérdida en la capacidad lingüística es global», añade.

Para comprobar cuándo se producía este proceso de reorganización de la percepción del lenguaje, los investigadores pusieron a prueba a un grupo de niños de familias hispanohablantes (24 de 6 meses y 24 de 11 meses) y a un grupo de familias angloparlantes (24 de 6 meses y 16 de 11 meses) e hicieron que asociaran sonidos que se producen al hablar inglés con los correspondientes gestos.

Los investigadores pudieron observar cómo los bebés de seis meses, angloparlantes o hispanohablantes, tenían una respuesta universal ante los estímulos lingüísticos en inglés. Sin embargo, los niños de 11 meses que ya se habían adaptado al uso del castellano perdían la capacidad de percibir la interconexión entre los fonemas ingleses y sus gestos correspondientes.

También con las razas

Como explica Pons, este fenómeno de la especialización perceptiva no es exclusivo del aprendizaje lingüístico. «También nos pasa con las razas. Con los chinos, por ejemplo, decimos que todos son iguales porque de pequeños nos acostumbramos a buscar las diferencias físicas en unos determinados rasgos que son útiles en el caso de nuestra raza pero pueden no serlo con los asiáticos», señala el investigador. «A ellos les pasa algo parecido con nosotros», continúa.

El fenómeno descrito por los autores del artículo de PNAS explica también por qué es tan complicado aprender un idioma de adulto, siendo en cambio tan sencillo asimilarlo poco después de nacer.

Fuente: Publico

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6a00e553c3e892883301053623583b970b-800wiUn grupo de investigadores de la Universidad de Toronto acaba de demostrar que nuestro estado de ánimo afecta a la manera en que vemos las cosas y modifica la actividad de nuestro córtex visual. Según estas pruebas, las actitudes positivas activan las zonas relacionadas con la visión y las negativas centran la atención en un solo punto y nos impiden tener una perspectiva global.

Numerosos estudios sobre el comportamiento habían demostrado ya que las emociones influyen en la percepción pero, tal y como explica Neurophilosophy, las pruebas de Taylor Schmitz y su equipo van un paso más allá, ya que han monitorizado la actividad cerebral mediante resonancia magnética. 

Para el experimento, publicado en el Journal of Neuroscience, el equipo reclutó a 14 voluntarios a los que mostró una serie de imágenes relacionadas con estados de ánimo y otras en las que se veían rostros rodeados de otros detalles, como casas o paisajes.

Después de numerosas pruebas, los investigadores hallaron una fuerte correlación entre los estados de humor de los participantes y la respuesta del área que rodea el hipocampo. En otras palabras, una actitud positiva y de buen humor aumentaba su campo de visión y su capacidad de tener una apreciación global de la fotografía, mientras que el mal humor reducía su capacidad de ampliar la atención.

Además, el equipo comprobó que en los momentos de buen humor, la mayor visión periférica no iba en detrimento de la capacidad de concentrar la visión en un punto, sino que se producía una ampliación de las capacidades perceptivas.

Según los expertos, esta reacción explica por qué en situaciones de miedo o tristeza centramos nuestra atención en un foco en detrimento de la visión más periférica. Un ejemplo, asegura el autor de Neurophilosophy, es el denominado “efecto arma”, que suele afectar a los testigos de algún delito: si durante la escena había algún cuchillo o pistola, casi ninguno recuerda la cara del delincuente, puesto que toda la atención estaba centrada en ese instante en el arma que el agresor portaba en sus manos. Este mecanismo de supervivencia nos hace centrar todas nuestras fuerzas en el punto amenazante y suprime todo aquello que lo rodea y puede resultar superfluo.

Por otro lado, una actitud positiva aumenta nuestra capacidad de percepción y nos permite obtener mucha más información sobre una cuestión determinada. Una teoría que tal vez explique por qué las personas más inteligentes suelen tener un gran sentido del humor y la obcecación suele ir de la mano de la falta de inteligencia.

Fuente: Neurophilosophy

Vía: Fogonazos

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Ejercicio para determinar cual hemisferio cerebral es el predominante¿Hacia qué lado gira la bailarina?

Cada uno de nosotros percibirá que gira hacia el lado dominante de nuestro cerebro. Es decir, si eres diestro, girará hacia la derecha. Y zurdo a la izquierda. Esto es porque el hemisferio cerebral que domina percibe de inmediato y mas rápido el estímulo; sin embargo, esto no significa que no puedas ver que gire hacia el otro lado. Sigue leyendo . . .

TIPS para ver que gira hacia el otro lado:

1) Parpadea algunas veces, suficiente para que veas que en alguno de esos parpadeos cambia de dirección.

2) Enfoca tu mirada en la esquina superior derecha de la pantalla y veras que cambiará la dirección.

Así permitirás que tu otro hemisferio asimile la imagen y la traduzca.

PARA FINALIZAR  . . .

Algunas personas veran que gira a un lado en particular, otras veran que gira hacia ambos lados alternadamente, ¿qué significa esto?

Aparentemente el ser capaz de percibir la figura girando hacia ambos lados alternadamente pudiera expresar que el cerebro está más desarrollado y que la creatividad y el Coeficiente Intelectual pueden ser más alto que lo normal. Haz la prueba!

Vía dominiumundi

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Psicólogos de la Universidad de Vanderbilt han determinado que los músicos profesionales “piensan” distinto del resto de las personas, son más creativos y utilizan ambos hemisferios más que el individuo promedio. 

La investigación realizada por Crystal Gibson, Bradley Folley y Sohee Park está actualmente esperando para ser publicada en la revista Brain and Cognition. 

El objetivo del estudio era determinar cómo las personas creativas como los músicos se aproximan a la resolución de problemas. Se estudió a los músicos porque se considera que el pensamiento creativo es parte de su experiencia diaria y se encontró que había diferencias cualitativas en la manera en que se enfrentan a la solución de problemas. 

Una de las observaciones más importantes fue el uso elevado que los músicos le dan a ambos hemisferios cerebrales que los investigadores justifican con el hecho de que estos individuos utilizan ambas manos para tocar sus instrumentos. 

Los músicos pueden ser particularmente buenos en acceder e integrar la información proveniente de ambos hemisferios. Los que tocan instrumentos usualmente integran en una sola pieza musical diferentes líneas melódicas. Igualmente han desarrollado la capacidad de leer simultáneamente los símbolos musicales, actividad correspondiente al hemisferio izquierdo, así como integrar la música escrita con su propia interpretación, tarea asociada al hemisferio derecho. 

Estudios previos acerca de la creatividad han demostrado que los individuos altamente creativos muestran usualmente un pensamiento divergente más desarrollado que los individuos menos creativos, entendiendo por “pensamiento divergente” la habilidad de aportar nuevas soluciones a problemas complejos.

Para llevar a cabo el estudio de la Universidad de Vanderbilt los investigadores reclutaron 20 estudiantes de música clásica de la Escuela de Música del Vanderbilt Blair y 20 estudiantes regulares de un curso introductorio de psicología. Los músicos tenían cada uno por lo menos 8 años de entrenamiento musical en piano y/o instrumentos de cuerda y percusión. Se distribuyeron los grupos de acuerdo a la edad, sexo, educación, calificaciones y notas del SAT. 

Los investigadores condujeron 2 experimentos para comparar los procesos creativos de los músicos y del grupo de control. En el primer experimento le mostraron a los sujetos una variedad de objetos y les solicitaron que inventaran nuevos usos para esos objetos y también les pidieron un examen escrito de asociación de palabras. En el examen de asociación de palabras los músicos acertaron más respuestas correctas que los no músicos, cosa que los investigadores atribuyeron a la habilidad verbal más desarrollada de los primeros. Los músicos también inventaron un mayor número de usos novedosos para los objetos conocidos que los no músicos. 

En el segundo experimento se les solicitó a los dos grupos nuevamente que identificaran nuevos usos para objetos cotidianos y realizar una tarea de control mientras se medía la actividad cerebral en los lóbulos prefrontales utilizando una técnica de escaneo del cerebro conocida como NIRS, (near infrared spectroscopy), técnica que mide los cambios en la oxigenación del cerebro mientras el individuo realiza una tarea cognitiva. 

Cuando se midió la actividad cortical prefrontal de los sujetos mientras sugerían nuevos usos para los objetos encontraron que los músicos expertos mostraban una mayor actividad en ambos hemisferios. No sólo encontraron que los músicos habían inventado un mayor número de usos alternativos sino que había una diferencia cualitativa en la manera en que ellos procesaban esta información. 

Los científicos también encontraron que los músicos tenían un cociente intelectual más alto que los no músicos lo que confirma estudios recientes que sugieren que un entrenamiento musical intensivo está asociado con un elevado cociente intelectual.

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Leyendo la prensa diaria uno no puede dejar de sorprenderse con el avance de la neurociencia que ha llegado ya a límites que casi colindan con la ciencia-ficción. Pronto será posible leer el pensamiento y modificar el comportamiento. Cada vez se comprende mejor la plasticidad del cerebro: cómo la experiencia y los hábitos modulan el cerebro y cómo estos cambios a su vez influyen sobre nuestras conductas y actitudes.

 

He aquí una entrevista que le hiciera Milagros Pérez Oliva de El País a Álvaro Pascual-Leone, director del Berenson-Allen Center de la Facultad de Medicina de Harvard, acerca de su trabajo con estimulación magnética del cerebro

 

Álvaro Pascual-Leone se educó en el Colegio Alemán de Valencia (España), lo que le permitió estudiar Medicina en Friburgo (Alemania), pero se fue a Estados Unidos a especializarse en neurología con un propósito muy claro: dedicarse a la investigación.

«En ese momento no pensaba en ejercer como neurólogo, aunque luego le he tomado gusto a tratar a los enfermos.

Quería investigar el cerebro porque me interesaba la filosofía y tenía claro el tipo de preguntas que quería hacer», dice.

Mientras estudiaba neurología en Minnesota, asistió a una conferencia de Anthony Barker sobre una nueva técnica que acababa de desarrollar, la estimulación magnética intracraneal. De eso hace 22 años y no recuerda cuántas veces la ha aplicado, pero ha podido cumplir con creces su deseo de adentrarse por los dominios donde la neurología se encuentra con la filosofía.

Los experimentos con estimulación magnética son realmente sorprendentes. Veamos uno sencillo: te colocan en la cabeza un artilugio un tanto extraño pero en absoluto amenazante, que el investigador va orientando hasta encontrar el área de Broca, la zona del cerebro que controla el habla. Cuando la localiza, te pide que le expliques una historia. Mientras estás hablando, activa un mecanismo y sientes como una pequeña descarga. No duele, sólo notas que algo extraño ocurre en tu boca. Las palabras no te salen. Sabes muy bien lo que quieres decir, pero tu garganta no responde. Es como una de esas pesadillas en las que basta una palabra para que se abra la puerta que te salvará de tus perseguidores, ¡y no hay manera de pronunciarla! Entonces el investigador te sugiere que, en lugar de hablar, cantes. Y entonces, sí que puedes.

¿Por qué? Porque la función de cantar está en el lóbulo derecho, y lo que tienes bloqueado es el izquierdo. 

Los primeros trabajos sobre interferencias en el habla los realizó Álvaro Pascual Leone en 1988. El último, publicado en colaboración con Marc Hauser, profesor de Psicología de Harvard, ya no trata sólo de bloquear una función concreta, sino de modificar un comportamiento.

-Eso suena a ciencia-ficción. ¿Qué han hecho exactamente?
-Hemos demostrado que puedes cambiar el juicio de una persona bloqueando determinadas partes de su cerebro.

Cosas que antes le parecían malas a esa persona, pasan a resultarle indiferentes.

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¿Cuántas veces no nos ha pasado que tomamos el teléfono para llamar a una persona y justo en ese momento esa persona nos está llamando? ¿Cuáles son las probabilidades de que eso suceda? No muchas en realidad pero los “milagros” a veces suceden.

 

Michael Shermer sin embargo no cree en «milagros». El que nos sorprendamos y nos maravillemos por lo asombroso de estas “casualidades” se debe, sostiene, a nuestra manera intuitiva de entender los números, lo que el llama la “aritmética popular”. La “aritmética popular” es nuestra tendencia natural a desconocer el cálculo de las probabilidades, a pensar anecdóticamente en lugar de estadísticamente y a enfocarnos y recordar sólo las tendencias a corto plazo y las muestras pequeñas. Esto, aunado a  la necesidad que tenemos de encontrarle un sentido a todo lo que nos pasa, lo que hace que constantemente estemos buscando evidencias que confirmen nuestras creencias a la misma vez que ignoramos o descartamos aquellas que las contradigan. Es por ello que le prestamos atención a las “casualidades” o situaciones que tienen un sentido para nosotros y nos olvidamos de la gran cantidad de información recibida que no tiene ningún significado particular o que no nos afecta directamente.Notamos por ejemplo, – y nos quejamos –  de una racha de días fríos pero ignoramos la tendencia a largo plazo que representa el global-warming. Observamos con consternación la caída de los mercados inmobiliarios y financieros y nos olvidamos de la tendencia hacia el alza que lleva ya casi medio siglo.

 

La razón por la que la mayoría de nuestras intuiciones populares son erróneas es porque nos movemos, como dice el biólogo Richard Dawkins, en lo que él llama el “Mundo del medio” (Middle World), un espacio entre lo corto y lo largo, lo pequeño y lo grande, lo lento y lo rápido, lo joven y lo viejo. En esta “Tierra del medio” (Middle Land) como la llama Shermer nuestros sentidos se mueven en la percepción de objetos de tamaño mediano: entre los granos de arena y las montañas. Nuestro cerebro no está equipado para percibir átomos o gérmenes, pero tampoco galaxias y universos en expansión. En la “Tierra del medio” del espacio podemos detectar objetos que se mueven al paso del que camina o corre pero no al ritmo lento y progresivo de los continentes y los glaciares y la velocidad de la luz, esa es totalmente imperceptible para nosotros. En la “Tierrra del medio” del tiempo nos encontramos entre los rangos del “ahora” psicológico de 3 segundos de duración y las décadas que lleva la vida humana en el planeta,  un período de tiempo muy corto para ser testigos de la evolución, de los desplazamientos de los continentes o de los cambios ambientales a largo plazo que se están sucediendo.

 

Pareciera que nuestro cerebro no manejase bien las probabilidades. Nuestra aritmética popular nos lleva a prestar atención y recordar las tendencias de corto plazo, las coincidencias con las que nos topamos de vez en cuando y las anécdotas personales haciéndonos olvidar el contexto amplio y a largo plazo en que estas situaciones se dan. Según Shermer es esta miopía precisamente, esta visión egocéntrica, restringida y cerrada que no nos permite ver el “big picture”. Cualquier casualidad nos parece entonces increíble, nos sorprendemos de los “milagros” que se presentan a nuestro alrededor porque los percibimos desde esta perspectiva reducida y personal cuando en realidad no son más que tendencias perfectamente naturales y lógicas – estadísticamente hablando – de un contexto más amplio y global. Dentro de nuestro pequeño mundo cualquier casualidad sería un milagro. 

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El tema de las expectativas ha sido siempre objeto de investigaciones en psicología. En años recientes los científicos han estudiado cómo las expectativas modelan nuestra experiencia directa del mundo determinando lo que percibimos y cómo lo percibimos. Es bien sabido que afectan el modo en que reaccionamos a las distintas situaciones, o a distintos productos. Los resultados han sido sorprendentes – ¿sabía usted por ejemplo que las drogas genéricas pueden ser menos efectivas sólo porque cuestan menos?

Es bien conocido el estudio sobre las expectativas de los consumidores realizado por científicos de Caltech y Stanford. Como parte de una degustación de vinos los investigadores le ofrecieron a los participantes Cabernet Sauvignon a diferentes precios, de $5 la botella hasta $90. A pesar de que a los sujetos se les dijo que los vinos eran distintos los científicos les ofrecieron el mismo vino pero a diferentes precios. Los participantes, de manera consistente, reportaron que los vinos más caros eran mejores aún cuando – sin ellos saberlo – eran idénticos a los vinos más baratos.

La degustación de los vinos se realizó dentro de un escáner de esta manera los científicos podían observar cómo los cerebros de los sujetos respondían a cada vino. Cuando se les informó que los vinos que estaban probando eran los más costosos notaron una mayor actividad en la parte del cerebro asociada a la experiencia del placer.

Lo que los investigadores observaron fue el poder que tienen las expectativas. La gente “esperaba” que los vinos más caros tuvieran mejor sabor y eso fue precisamente lo que mostraron sus cerebros. Esto no sucede sin embargo sólo con los vinos. Antonio Rangel, el neuroeconomista de Caltech que dirigió el estudio insiste que el podía haber utilizado cualquier otro producto, desde agua embotellada hasta arte moderno y hubiera obtenido los mismos resultados.

A pesar de que muchas de las investigaciones sobre expectativas son llevadas a cabo por científicos interesados en mercadeo y en el estudio de las decisiones de los consumidores, los resultados arrojados traen consigo implicaciones mucho más amplias.

Lo que revelan estas investigaciones es que el cerebro humano no es tan “objetivo” como creíamos. Suponemos siempre que el cerebro refleja fielmente nuestras sensaciones, que no miente. Esto sin embargo no es así. El cerebro no capta pasivamente los estímulos que se le presentan. Más bien, regiones del cerebro asociadas a las expectativas pueden alterar la actividad de las áreas implicadas en la sensación. Lo que quiere decir que la expectativa ante determinada percepción o sensación es capaz de “modificar” nuestra experiencia misma del objeto. La gente asume que percibe la realidad tal como es, que nuestros sentidos registran fielmente el mundo exterior sin embargo la ciencia dice otra cosa, que la gente experimenta la realidad no como es sino como espera que sea. Hay por tanto más “interpretación” y “deseo” en el cerebro de lo que suponemos.

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Como seres sociales que somos conocemos qué espera la sociedad de nosotros. Sabemos cuáles conductas y actitudes son socialmente aceptables y cuáles no. En nuestra vida diaria estamos evaluando constantemente nuestro comportamiento social y el de los otros y esto afecta cómo nos percibimos a nosotros mismos y a los demás. Si consideramos que hemos actuado moralmente bien nos sentimos orgullosos de nosotros mismos, si creemos que hemos actuado mal nos sentimos culpables. Es normal por lo tanto sentirnos culpables algunas veces cuando pensamos que no hemos actuado correctamente pero un sentimiento de culpa y auto-recriminación exagerados pueden indicar un desorden depresivo. La neurociencia actual está ayudando a comprender porqué algunas personas son más propensas a deprimirse que otras.

 

Un estudio reciente dirigido por el Dr. Roland Zahn de la Universidad de Manchester  y realizado en el National Institutes of Neurological Disorders and Stroke en los EEUU ha identificado por primera vez las áreas del cerebro asociadas a los diferentes sentimientos morales.

 

El interés principal del Dr. Zahn es determinar cómo se expresa o dónde se ubican en el cerebro los sentimientos de culpa ya que tienen una relevancia particular para su estudio sobre la depresión. La característica más distintiva de los desórdenes depresivos es una actitud negativa exagerada contra uno mismo. 

 

Una vez que conocemos cómo el cerebro de personas sanas responde a los sentimientos de culpa podremos entender mejor cómo y de dónde surgen las diferencias en la actividad cerebral de personas que sufren o tienen tendencia a la depresión, afirma el Dr. Zahn. Se ha demostrado que la región del cerebro que hemos determinado que está asociada a los sentimientos de culpa está anormalmente activa en pacientes con depresión severa. Al trasladar estos hallazgos en neurociencia cognitiva a la investigación clínica tendremos la posibilidad de descubrir las características anatómicas del cerebro que podrían encontrarse detrás de los desórdenes depresivos.

Estos resultados representan una contribución importante de la neurociencia para la comprensión de las causas de la depresión que redundarán eventualmente en una mejor prevención y tratamiento de la enfermedad.

Foto cortesía cherished79

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10 hábitos para desarrollar nuestro cerebro

 

 

 

 

 

Estas son 10 sugerencias recomendadas por expertos en distintas áreas para desarrollar y hacer más eficiente a nuestro cerebro:

  1. Comprende a tu cerebro. Esta es la mejor manera de apreciar la belleza de un órgano vivo compuesto de billones de neuronas y sinapsis en constante desarrollo. Recomiendo «El cerebro de arriba a abajo«
  2. Cuida tu alimentación. ¿Sabías que el cerebro sólo pesa el 2% de la masa corporal pero consume más del 20% del oxígeno y de los nutrientes que consumimos? Como regla general no necesitas ultra-sofisticados, costosos suplementos alimenticios, sólo asegúrate de no comer basura.
  3. Recuerda que el cerebro es parte del cuerpo. Lo que haces para ejercitar tu cuerpo puede también ayudar a tu cerebro: el ejercicio físico promueve la creación de nuevas neuronas(neurogénesis).
  4. Fomenta los pensamientos positivos, orientados hacia el futuro hasta que se convierta en el estado natural de tu mente y así percibirás cada día de una manera constructiva. El estrés y la ansiedad, no importa si inducida por eventos externos o por tus propios pensamientos, “mata” a las neuronas y previene el nacimiento de nuevas células. Piensa en el estrés crónico como el opuesto al ejercicio: previene la creación de nuevas neuronas.
  5. Crece en el aprendizaje y en nuevos desafíos mentales. El punto de tener un cerebro es precisamente el aprender a adaptarse a nuevas situaciones. Una vez que nacen nuevas neuronas en tu cerebro ellas sobrevivirán dependiendo del uso que les des. Esto no significa hacer el crucigrama No. 1.234.567. Significa “desafía continuamente a tu cerebro con nuevas actividades.”
  6. Somos los únicos organismos auto-gobernados en este planeta. Aspira a lo mejor. Una vez que te gradúes de la universidad sigue aprendiendo. No importa tu edad el cerebro sigue desarrollándose y refleja lo que has hecho con él.
  7. Explora, viaja. Adaptarse a nuevos lugares te obliga a prestar más atención a tu alrededor. Toma nuevas decisiones, usa tu cerebro.
  8. Utiliza tu propio cerebro. No el de personalidades famosas, no el de políticos, no el tu inteligente vecino…Toma tus propias decisiones, comete errores y aprende de ellos, de esa manera estás entrenando a tu cerebro no el de tu vecino.
  9. Promueve la amistad con gente estimulante. Somos “animales sociales” que necesitan del contacto social, razón por la cual ha quedado demostrado cómo, el tan conocido programa “Baby Einstein”, no es la panacea para el desarrollo infantil.
  10. Ríe. Lo más que puedas. Fomenta el humor inteligente, complejo, lleno de sorpresas y giros inesperados.

Recuerda que lo que cuenta no es leer este artículo o cualquier otro sino practicar estos hábitos cada día hasta que los internalices. Para más información sobre estos tópicos visita Brain Fitness.

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