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Archive for the ‘Einstein’ Category

La inteligencia y el cerebro de EinsteinUn estudio publicado recientemente en la revista Brain reveló que el cerebro de Einstein, a pesar de ser de tamaño normal poseía un número inusual de dobleces o pliegues, pudiendo esto explicar su extraordinaria inteligencia. A raíz de su muerte en 1955 el cerebro de Einstein fue dividido en 240 segmentos y repartido a diferentes investigadores. La mayoría de estas muestras se perdieron y muy poco se había escrito acerca de los resultados de estas investigaciones.

Se utilizaron fotografías del cerebro antes de ser seccionado para generar un “mapa” que conecta los 240 segmentos y los 2000 trozos en los que fueron posteriormente divididos. Las fotos tomadas de la colección privada del patólogo  Thomas Harvey, quién fue el que originalmente realizó las incisiones, muestran diversas peculiaridades del cerebro de Einstein.

A pesar de que éste era de tamaño normal, pesando aproximadamente 1.230 gramos, ciertas áreas contienen un inusual número de pliegues y hendiduras en comparación con otros 85 cerebros estudiados. El antropólogo Dean Falk de la Florida State University encontró que el cerebro de Einstein en cada uno de sus lóbulos posee regiones que son “excepcionalmente intrincadas en sus convoluciones”.

Los resultados confirman estudios anteriores que sugieren que el patrón inusual de pliegues cerebrales puede estar ligado a su inteligencia y a la extraordinaria habilidad de Einstein para resolver problemas de fisica. Falk y sus colegas, según la revista Brain, también observaron que el cerebro de Einstein estaba aumentado de tamaño en aquellas regiones que transmiten impulsos nerviosos a la cara, la lengua y a la corteza prefrontal, área esta involucrada en la planificación, concentración y comportamientos cognitivos complejos.

La cantidad extra de materia cerebral ligada a la cara y la lengua explica la afirmación de Falk de que el pensar para Einstein era más “muscular” que verbal, añadiendo que Einstein utilizaba su corteza motora de un modo muy particular.

Albert Galaburda, neurocientífico del Harvard Medical School afirmó que lo importante de este artículo es que describe por primera vez la anatomía del cerebro de Einstein en gran detalle. Lo interesante sin embargo sería investigar si el cerebro de Einstein era originalmente así, lo que le dio sus talentos en física, o si fue su extraordinaria labor investigativa lo que hizo que su cerebro se “ensanchara” y desarrollara de esta manera.

Para Falk y Galaburda ambos factores influyeron en su inteligencia, así como también el hecho de “haberse criado en un ambiente de mucho amor y cariño”.

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Era religioso EinsteinUna noticia en The Guardian habla sobre una carta de Einstein aparecida recientemente que acaba de ser subastada en Londres por la suma record de 170.000 libras esterlinas. La carta en cuestión, escrita en 1954 y dirigida al filósofo Erik Gutkind, revela la postura crítica de Einstein contra la religión, entre otras cosas allí afirma que las creencias religiosas no son más que «superticiones infantiles».

De más está decir que las ideas de Einstein acerca de Dios y la religión siempre fueron motivo de controversia. Sus escritos, comentarios y opiniones expresadas a lo largo de los años llevaron a muchos a tildarlo de ateo. Una vez le preguntaron si se consideraba religioso, Einstein contestó:

Trata de penetrar con nuestros limitados medios los secretos de la naturaleza y vas a encontrar que detrás de todas las leyes y conexiones observadas siempre hay algo sutil, intangible e inexplicable. El venerar esta fuerza que está más allá de cualquier cosa que podemos comprender es mi religión. En este sentido soy, en efecto, religioso.

Para Einstein el ser religioso consistía en experimentar la emoción que se siente frente a la presencia del misterio en la naturaleza. Einstein sin embargo no creía en un Dios personal como el de la tradición judeo-cristiana, un Dios antropomórfico al cual se le podrían adscribir atributos humanos, que premia y castiga a sus criaturas y que espera de ellas determinado comportamiento. El Dios de Einstein era un Dios impersonal, una divinidad cósmica, una Razón o Espíritu pero no un Dios que se inmiscuye en los asuntos de los hombres:

No puedo concebir un Dios personal que influenciaría directamente las acciones de los individuos o que se sentaría a juzgar a sus criaturas. Mi religiosidad consiste en una humilde admiración ante el espíritu infinitamente superior que se revela a sí mismo en lo poco que comprendemos acerca del mundo cognoscible. Esa profunda convicción emocional de la presencia de un poder racional superior que se manifiesta en el universo incomprensible, constituye mi idea de Dios.

Si bien Einstein siempre defendió su “religiosidad” y su idea de una Presencia Divina, esta religiosidad expresaría más un sentimiento espiritual, la reverencia ante la grandiosidad del universo y su creador, que el compromiso que siente una persona por las creencias, preceptos y costumbres que dicta su religión.

Citas tomadas de «Einstein, His life and Universe» de Walter Isaacson

Foto cortesía de walkinggeek

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_41038157_einstein4Ya hemos tratado aquí en otras oportunidades lo que representaba para Einstein Dios y la religión. Del blog «Historia Divertida» tomo esta interesante entrevista que le hiciera la BBC a Gerald Holton, profesor de física y de historia de la ciencia de la Universidad de Harvard.

La de Einstein era una «religión cósmica», afirma Holton en su trabajo «El tercer paraíso de Einstein». Holton señala que el físico pasó de un período religioso a otro científico y finalmente a una visión del cosmos que conjugaba a ambos.

Holton tuvo un acceso único a los textos de Einstein, ya que fue designado curador de sus documentos, con el objetivo de ponerlos a disposición de la investigación científica.

El profesor Holton explicó a BBC Mundo en qué consiste el «tercer paraíso» de Albert Einstein.

Einstein hablaba mucho sobre Dios. ¿Cree Usted que creía en Dios?

Definitivamente sí. Pero debemos recordar que así como inventó su física y su estilo de vida, también inventó su religión.

Era el Dios de Spinoza, que introdujo la racionalidad en el mundo, de modo que la Naturaleza y Dios se identifican.

¿Cómo llegó Einstein a esta idea?

Esto fue resultado de un proceso. Cuando niño, recibió instrucción religiosa en la escuela a la que lo mandaron sus padres, que era católica. Pero en casa recibió también instrucción en el judaísmo.

Luego dejó de un lado este aspecto religioso, y se dedicó del todo a la ciencia. Y fue sólo bastante después en su vida, alrededor de 1929, cuando vio tanto antisemitismo, que volvió a preocuparse del tema.

En uno de sus textos (…) vemos no sólo que ha estado leyendo a Spinoza, sino un eco de lo que Spinoza escribió en el siglo XVII sobre ética, un libro que Einstein leyó y releyó muchas veces.

En ese libro Spinoza usó a Euclides como modelo, es decir, usa algunas afirmaciones como axiomas, «Dios existe», «la naturaleza existe», entonces, ¿cuál es la relación entre ellos?

Y luego extrae como conclusión que existe una forma de llegar a Dios a través de la naturaleza. Ahí está la conexión entre ambos y eso es lo que Einstein llamó su religión cósmica.

¿En qué consistía esa nueva visión de la religión?

Creía que la religión en el pasado respondía al miedo y en nuestros días a consideraciones éticas, con la idea de un Dios personal que nos atiende a cado uno de nosotros.

(más…)

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Unas cartas escritas por Einstein en donde expone sus puntos de vista con respecto a como lidiar con una Rusia beligerante, así como otras en las que califica de “tonterías” la afirmación de que sus teorías son difíciles de comprender, serán subastadas en Londres el próximo jueves. Una subasta que traerá mucha publicidad si se recuerda la última carta de Einstein que se subastó por 170.000 libras esterlinas en Mayo pasado en la que el científico califica a las religiones de “supersticiones infantiles”, el “producto de la debilidad humana”. 

En este grupo de cartas Einstein se muestra como todo un diplomático. Sus consejos para lidiar con Rusia resuenan con la manera en que los gobiernos occidentales han manejado la invasión de Georgia por parte de la Unión Soviética. Pero de la misma manera no deja de ser fulminante contra los “periodistas superficiales” que según él son incapaces de comprender sus teorías. 

Las cartas a subastar corresponden a la comunicación epistolar que mantenía Einstein con el psicoanalista Walter Marseille quién lo contactó para promover su idea de un gobierno mundial en un artículo llamado A Method to Enforce World Peace (Un método para promover la paz mundial) que también fue enviado a Bertrand Russell. 

En 1948 Einstein le respondió a Marseille lo siguiente: “Lo mejor es hacerle ver a Rusia que no se logra nada con la agresión, más bien mostrarle los beneficios de formar parte de un gobierno mundial: de esta manera la actitud de Rusia probablemente cambie y esté dispuesta a unirse a este proyecto voluntariamente”

En otra misiva posterior Einstein de nuevo propone el acercamiento diplomático: “La actitud de los rusos, me parece a mí, muestra claramente que ellos están profundamente preocupados acerca de la situación militar industrial y que estarían dispuestos a hacer concesiones considerables dentro de un ambiente de flexibilidad”. 

En una tercera carta escribió: “Desde mi punto de vista resulta mucho mejor, moral y prácticamente hablando, intentar un estado de cosas en que los rusos, actuando en interés propio, encuentren preferible abandonar sus posiciones separatistas”. 

Simon Luterbacher, quién es el encargado de la venta para Bloomsbury Auctions, afirmó que las cuatro cartas a Marseille ofrecen una visión de la postura de Einstein frente a los asuntos mundiales de la época. “Pienso que Einstein estaba muy abierto a la idea de llegar a un acuerdo con Rusia, que es posible aprender a vivir con ellos” Según Luterbacher en estas cartas Einstein simplemente estaba expresando su opinión personal con respecto a estos asuntos, la intención no fue nunca hacerlas pública. 

Dentro de este grupo de correspondencias se encuentra una carta escrita a mano a Adrien Wils, un miembro del público que le escribió a Einstein criticando su “teoría de la relatividad”. En la carta de respuesta a Wils, la cual nunca se expuso a la venta, Einstein refutó la idea de que su teoría fuese equivalente al relativismo moral. Escribió: “Este tópico no tiene nada que ver con la afirmación superficial de que ‘todo es relativo’ … la teoría de la relatividad no es, por lo demás,  una teoría filosófica sino una puramente física”. En la misiva Einstein culpó a los periodistas por no ser capaces de comprender uno de sus logros científicos más importantes. “Esa tontería de que la teoría de la relatividad es extremadamente difícil de entender es un completo disparate promovido por periodistas superficiales”. 

Hablando de la correspondencia epistolar de los distintos científicos Harvey Brown, biógrafo de Einstein, afirmó que éste debió haber tenido muchísima correspondencia por responder pero seguramente hacía lo necesario para contestarle a todos. Incluso le respondía a los niños que le escribían. 

Luterbacher espera que la carta de Wils se venda por 6.000-8.000 libras esterlinas, y las cuatro de Marseille por 6.000. 

En el 2007 una carta de Einstein sobre el gobierno mundial se subastó por $9.000 (5.000 libras esterlinas). Un ensayo científico de 6 páginas, más una carta,  se vendió por 300.000 libras esterlinas.

Fuente: The Guardian

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Einstein y su chofer

Una historia divertida de Einstein que encontré en historiadivertida.

Se cuenta que un día Einstein le comentó a su chofer lo aburrido que era repetir lo mismo una y otra vez a cada universidad a la que era invitado para exponer su teoría.

Si quiere, le dijo el chofer, le puedo sustituir por una noche. He oído su conferencia tantas veces que la puedo recitar palabra por palabra”.

Einstein le tomó la palabra y antes de llegar al siguiente lugar, intercambiaron sus ropas y Einstein se puso al volante. Llegaron a la sala donde se iba a celebrar la conferencia y como ninguno de los académicos presentes conocía a Einstein, no se descubrió el engaño.

El chofer expuso la conferencia que había oído repetir tantas veces a Einstein.
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Al final, un profesor en la audiencia le hizo una pregunta. El chofer no tenía ni idea de cual podía ser la respuesta sin embargo tuvo un golpe de inspiración y le contestó:

La pregunta que me hace es tan sencilla que dejaré que mi chofer, que se encuentra al final de la sala, se la responda”.

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Desde los levemente excéntricos hasta los más trastornados de la cabeza estos 10 hiper-inteligentes Los 10 científicos más excéntricospersonajes, independientes, individualistas y rebeldes cambiaron nuestra manera de ver el mundo:

10. Johann Konrad Dippel. Nacido y criado en el Castillo Frankenstein en Alemania, este alquimista del siglo XVII fue el inventor del Azul Prusiano, la primera tintura química sintética pero se hizo famoso por su obsesiva búsqueda de “elíxires” de la inmortalidad. Los rumores sobre sus experimentos en cadáveres humanos dicen que inspiraron a Mary Shelley para escribir su novela “Frankenstein”.

9. Wernher von Braun. A la edad de 12 años el intrépido Wernher von Braun cargó su vagón de juguetes con petardos que hizo estallar en una concurrida calle alemana. Fue el cerebro detrás del programa espacial V-2 en la segunda guerra mundial. Llegó a los Estados Unidos como prisionero de guerra. A los 10 años de haber llegado ya se había hecho norteamericano. Terminó convirtiéndose en el abanderado de la exploración lunar y espacial en los Estados Unidos.  Al mismo tiempo que trabajaba para poner a la gente en la luna von Braun se hizo experto en submarinismo y filosofía.

8. Robert Oppenheimer. La cabeza del Proyecto Manhattan nunca ocultó sus simpatías por el socialismo y sus sentimientos con respecto al lanzamiento de bombas atómicas, lo que originó que fuese despojado de sus privilegios académicos y políticos. Sus estudiantes lo llamaban “Oppie”. Aprendió alemán y sánscrito solamente porque le provocaba. Como dato curioso recitó un texto sagrado hindú en el lugar de la primera prueba de la bomba atómica.

7. Freeman Dyson. El respetado físico nuclear y escritor prolífico Freeman Dyson brilla como el sueño de todo escritor de ficción. Ya en 1960 sostenía que en el futuro los humanos necesitarían construir un armazón artificial, ahora conocido como la “Esfera Dyson”, que englobaría todo el sistema solar con el fin de aprovechar al máximo el uso de la energía solar. Dyson creía firmemente en la vida extraterrestre y especulaba que en las próximas décadas se establecería contacto con estos seres.

6. Richard Feynman. Formó parte del grupo de genios del Proyecto Manhattan que desarrollaron la bomba atómica. El físico Richard Feynman se convertiría en uno de los científicos más importante del siglo XX. Fue un espíritu libre que exploró la música y la naturaleza, decodificó los jeroglíficos Maya y forzaba candados en su tiempo libre.

5. Jack Parsons. Cuando Jack Parsons no estaba ocupado instalando el Laboratorio del Jet a Propulsión estaba practicando magia y llamándose a sí mismo el “anticristo”. Este muchacho misterioso y extraño del programa espacial no tuvo ninguna educación formal aún así se las ingenió para desarrollar la creación de combustible para cohetes que utilizaría Estados Unidos en la segunda guerra mundial. Parsons falleció trágicamente durante una explosión en el laboratorio de su casa en 1952.

4. James Lovelock. Este moderno ecologista, científico e inventor de la tesis del mundo como superorganismo, “Gaia”, hizo predicciones ya hace décadas acerca de los cambios climáticos, muchas de las cuales han resultado ciertas. No tuvo ningún empacho en advertir que, dada la crisis ecológica actual, el 80 % de la humanidad va a desaparecer para el año 2100.

3. Nikola Tesla. Tesla fue el inventor del radio inalámbrico y del generador de corriente alterna que inició la era eléctrica. Nació, curiosamente, durante una violenta tormenta eléctrica en 1856. También fue conocido como un genio maniático que dormía poco y le encantaba hacer un show utilizando su propio cuerpo como conductor en demostraciones públicas. Se dice que estuvo trabajando en un arma, conocida como el «rayo de la muerte», cuyos planos fueron confiscados por el FBI.

2. Leonardo da Vinci. Entre el pintar las más admiradas obras de arte del renacimiento Leonardo da Vinci tenía tiempo para desarrollar sus excentricidades. Sus bosquejos científicos fueron escritos frente al espejo, lo que hace que aparezcan de derecha a izquierda. Diseñó el prototipo de máquinas fantasiosas muchas de las cuales nunca llegaron a desarrollarse aunque otras si fueron construidas siglos después, como su helicóptero rudimentario.

1. Albert Einstein. El es ciertamente uno de los científicos más famosos y reconocidos del último siglo. Transformó radicalmente el paradigma de la física con las teorías de la relatividad y realizó contribuciones enormes en las áreas de la gravedad y la teoría cuántica. También le gustaba sacar su velero en los días que no había viento “sólo por el reto” que esto representaba. Sus ideas acerca de Dios y la religión fueron muy controversiales.

Fuente: livescience

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Siguiendo con el post anterior:

La manera en que Einstein entiende a Dios y a la religión está marcada por su determinismo radical. Para el determinista el universo es un mecanismo que funciona de acuerdo a unas leyes inmutables. Una vez que el universo se pone a marchar no hay nada que pueda alterar este mecanismo. Todo está predeterminado. No hay nada que pueda interferir o violar las leyes de la naturaleza. Para Einstein todo el universo, incluso los seres humanos siguen unas leyes y principios ya preestablecidos, ni la voluntad de Dios ni la de los hombres puede modificar el curso natural de los acontecimientos:

 

Todo está determinado, tanto el principio como el fin, por fuerzas sobre las cuales no tenemos ningún control. Está determinado para los insectos así como para las estrellas. Seres humanos, vegetales, o polvo cósmico, todos bailamos al son de una tonada misteriosa entonada en la distancia por un intérprete invisible.

El determinismo de Einstein trae como consecuencia la negación del libre albedrío. Una concepción determinista del mundo no puede corresponderse con la idea de que el hombre es libre de escoger su destino. Para Einstein los seres humanos están tan causalmente determinados como el movimiento de las estrellas. El hombre no tiene libertad para escoger como va a sentir, pensar, como va a actuar. Su decisión ya está determinada de antemano por su constitución física y psicológica. No hay nada que pueda hacer para modificar su destino. Para Einstein simplemente no existe el libre albedrío:

 

En modo alguno creo en el libre albedrío en sentido filosófico. Todo el mundo actúa no solo bajo compulsión externa sino también de acuerdo a una necesidad interna. Lo que Schopenhauer decía “un hombre puede hacer lo que desee pero no puede desear lo que quiera” ha sido para mí una verdadera inspiración desde mi juventud, un consuelo constante frente a las dificultades de mi vida tanto como la de los otros, ha sido una fuente incalculable de tolerancia.

Pero entonces surge el problema: si todo ya está predeterminado, si cualquier acción está justificada por, digamos, nuestra carga genética ¿cómo introducir la responsabilidad moral? ¿Cómo vivir en sociedad sin aceptar responsabilidad moral por nuestros actos? De esta manera cualquier barbarie o acto criminal estaría justificado: yo soy así, mis genes me hicieron hacerlo.

Muchos científicos encontraron en la física cuántica la solución a este problema. Para la física cuántica no hay certezas sólo probabilidades. Bajo este esquema el hombre es capaz de escoger su destino porque la realidad se está creando constantemente. No hay nada predeterminado,  todo está abierto. Estamos constantemente construyendo nuestra realidad. No es que bajo este esquema el hombre tiene libertad para elegir, es que sencillamente NO tiene otra opción. Como dice Sartre, el hombre está condenado a elegir, por lo que cada uno es responsable moralmente por sus actos.

Sin embargo, siendo aún el propio Einstein el que sentó las bases de la nueva física, nunca terminó de aceptarla, no podía concebir la idea de un universo sujeto a probabilidades, “Dios no juega dados con el universo” decía. La solución que encontró fue la de vivir la vida “como si el libre albedrío de hecho existiera” a pesar de saber que esto no es así. La moral aquí no sería más que una conveniencia práctica, un requisito indispensable para poder vivir en sociedad: actuar, en otras palabras, como si los hombres fueran en efecto responsables por sus actos aún sabiendo que sus acciones ya están predeterminadas: «Yo sé que filosóficamente un asesino no es responsable por el crimen que comete, pero preferiría no tomar té con él».

Esta fue la manera que Einstein encontró para reconciliar su determinismo con una vida moral.

Citas tomadas de «Einstein, His life and Universe» de Walter Isaacson 

 

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